La misma ONU, a través de su Oficina contra la Droga y el Delito en México, y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, condenaron los hechos violentos en el penal de Amatlán de los Reyes –que se ubica muy cerca del municipio de Córdoba, en la convulsionada región de las Altas Montañas de Veracruz- y puntualizaron que “los traslados (de reos) deben ser planeados y ejecutados con miras a proteger tanto los derechos de las personas privadas de libertad como la vida e integridad de las autoridades que en ellos participan”.
Pero en un ambiente en el que campea la corrupción a los más altos niveles –aunque la actual administración estatal jure y perjure que eso es cosa del pasado- es imposible garantizar derecho humano alguno. Lo hemos visto innumerables veces en la actuación de la policía en las calles. Y ahora, que les tocó ser las víctimas.
Sin embargo, y pesar de los pesares, el secretario de Seguridad Pública del estado, Jaime Téllez Marié, es inamovible de su puesto. Como sucedía en el sexenio de Javier Duarte, es más fácil que se vaya primero el gobernador que él de su cargo. Con todo y que hasta ha sido exhibido en más de una ocasión por tener tratos con integrantes del crimen organizado, mismos que se justifican como una “estrategia” gubernamental.
Pero es obvio que así sea. Porque en realidad Téllez Marié no hace las funciones de secretario de Seguridad Pública, sino que es un operador político que actúa en época electoral a través de las corporaciones policiacas. Y que además se encarga de hacer el “trabajo sucio”.
Por eso es un fiasco la Seguridad Pública en Veracruz.
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