Los ciudadanos que le dieron mayoritariamente su voto a Morena y a Andrés Manuel López Obrador lo que piden es un cambio en la manera de conducir la política en este país. Una renovación en las prácticas públicas que esté ajena a la corrupción que ha destrozado a la sociedad y que promueva la inclusión social, la igualdad de oportunidades y la justicia. Al menos, eso es lo que desean quienes son bienintencionados.
Definitivamente, México no votó por instaurar una nueva dictadura. Ni al estilo de los regímenes autoritarios del comunismo más vetusto o de la rancia ultraderecha militar, ni al de la variable que diseñó el PRI para mantenerse siete décadas ininterrumpidas en el poder. Nadie pidió cancelar la democracia como forma de gobierno y de vida.
Tampoco se les dio carta abierta para anular libertades como la de expresión, opinión y disenso, por las que se ha luchado para su conquista con la sangre de miles de personas que ofrendaron su vida, antes y ahora, para que en todo México se pueda criticar y exigir cuentas a un Presidente o a un gobernador, sin que eso tenga que significar una condena de muerte, como hasta la fecha ha seguido sucediendo. Como ya no debe suceder más.
La abrumadora votación que encumbró a una opción política cuya dirección ideológica es más bien difusa, no significa que puedan evadir la agenda que, por lo menos en el papel, dicen defender, y que incluye los derechos de las minorías, de la diversidad sexual, de las mujeres, los cuales no pueden bajo ninguna circunstancia ser sometidos a consultas ni plebiscitos, y que por el contrario, tienen que ser respetados y promovidos por un partido que dice ser de izquierda.
No hay exageración al afirmar que las elecciones del 1 de julio de 2018 representan un hito histórico en México, en todos los órdenes. Y sin duda, el más importante de éstos es la responsabilidad que para sus principales actores conlleva que el mandato que les entregará todo el poder, no signifique un retroceso a estadios que se supone han sido superados.
Porque a la historia se puede pasar de muchas maneras. No necesariamente heroicas si se pierde la cordura y el sentido común. En Veracruz tenemos un ejemplo claro de eso. Aquí, la megalomanía los perdió.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras |