Como era de esperarse, y con todo y que ahí estuvo Andrés Manuel López Obrador en persona, el “Pirata” Fuente lució semivacío, ni a la tercera parte de su capacidad, sin ser un estadio demasiado grande. Su aforo es para 30 mil personas.
El rostro de López Obrador lo decía todo. Estaba furioso por el ridículo que le hicieron pasar los “genios” que consideraron que era “peccata minuta” un partido mundialista de la selección mexicana en un país, un estado y una ciudad cuyos habitantes, en su mayoría, ven en el futbol soccer una manera de evadirse por completo de su cotidianidad y que, por ende, abrazan cualquier triunfo deportivo con una exaltación que trasciende, incluso, las pasiones políticas.
Los responsables del fiasco tienen nombre y apellido: el candidato a la gubernatura Cuitláhuac García Jiménez, la abanderada al Senado Rocío Nahle y el dirigente estatal de Morena Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Y como también era de esperarse, pues siempre lo hacen, intentaron esquivar y maquillar su pifia, arguyendo supuestos bloqueos del gobierno estatal a la movilización de sus simpatizantes. Pero lo único cierto es que éstos simplemente no llegaron. Resulta que también les gusta el futbol, como a cualquier otra persona común y corriente. Y eso no se les ocurrió a los “brillantes” operadores de Morena.
El episodio del “Pirata” Fuente no quiere decir que de un día para otro se vayan a revertir las tendencias que tienen a López Obrador -e incluso a Cuitláhuac García, quien según la más reciente encuesta de Massive Caller en Veracruz aventaja por 2.6 puntos a Miguel Ángel Yunes Márquez- al frente en la carrera por la Presidencia.
Pero sin duda exhibió los que quizás sean los peores defectos del lopezobradorismo, entre los muchos que tiene y que muy caros le han costado: su exceso de soberbia, su pose de “superioridad” intelectual, ética y moral sobre quien disienta de ellos, y la autocomplacencia que los hace creer que ya tienen ganada la elección y que basta con un chasquido de sus dedos para que todo el país se rinda a sus pies.
Confiarse antes de tiempo y creer que ya no tienen que hacer nada para ganar las elecciones del próximo domingo puede ser el veneno que sus adversarios han estado buscando durante toda la campaña para doblar a un lopezobradorismo que se siente imbatible.
Deberían recordar una sola cosa: 2006.
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