Agregó que hasta esa hora se habían contabilizado el 98.18% de las casillas donde sufragaron 1 millón 67 mil votantes. De éstos 310 mil 463 votaron por la opción de Texcoco, mientras que 747 mil votantes lo hicieron por Santa Lucía.
Con esto quedó resuelto el asunto del nuevo aeropuerto.
Ante el posible meneo del peso en los mercados internacionales si la opción era Santa Lucía, el futuro jefe de la Oficina de la Presidencia Alfonso Romo, había dicho la víspera que el resultado no causaría pánico ni tendría por qué afectar al peso de manera negativa.
“No hay pánico, hay tranquilidad. Hay que agarrar las cosas con calma, mi amigo”, le contestó a un reportero.
Pero apenas se dio a conocer la noticia, el peso sufrió un sofocón de casi 25 centavos frente al dólar. Previo al anuncio, el dólar de vendía en 19:37 pesos. Pero la madrugada de este lunes, cuando ya habían abierto los mercados europeos, se cotizaba en 19.61 pesos.
Bueno será saber qué dice ahora Ponchito.
Y el jaleo apenas comienza. Para este día se prevén varias caídas en la Bolsa Mexicana de Valores y el muy probable desplome de empresas.
El NAIM de Texcoco comenzará a despedir obreros, albañiles, arquitectos, ingenieros, médicos y personal de oficina que pasarán a engrosar las filas de los 2 millones de desempleados.
No deja de ser paradójico saber que estaba planeado para ofertar más de medio millón de empleos directos y casi 300 mil indirectos, pero eso quedará para mejor ocasión porque el resultado de una encuesta dice que si se arregla Santa Lucía y se remienda el AICM, las cosas van a salir más baratas y más chidas.
¿Acertó el pueblo?
No lo creo. Al final el NAIM se va a construir en Texcoco, con seis años de atraso pero será en Texcoco. Lo que sí es cierto es que lo obligaron a tomar una decisión que es responsabilidad exclusiva del presidente y no tenía por qué delegarla. Es decir, si lo que desea AMLO es cerrar Texcoco porque así lo prometió en campaña, adelante. Pero que no embarre “al pueblo”.
Por muy sabio que sea, el pueblo es susceptible a equivocarse y a cometer injusticias. Ya sea que gane por 1 millón 67 mil votos (cantidad nimia para los 130 millones de habitantes que somos actualmente) o por aplastante mayoría.
Hace 2 mil años el pueblo (bueno… una turba de 200 fulanos) exigió a gritos que se crucificara a un carpintero de Nazaret que no hacía otra cosa que predicar el amor entre los seres humanos. Y lo crucificaron.
¿Fue justo eso?
Evidentemente no; pero ganaron las mayorías.
Aunque en realidad se impuso una aplastante minoría.
bernardogup@hotmail.com
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