Acaso por ello en el pago de cuotas a todos los que se rompieron la madre en la lucha por el poder no hubo otra más que pagarles… y rápido, a mil por hora.
Así, desde el primer minuto del pasado primero de diciembre, tras la victoria de Morena, las hordas victoriosas invadieron las oficinas del gobierno del estado.
Sin respeto sacaron literalmente a empujones a cientos, a miles –hasta completar unos 11 mil- que desempeñaban su trabajo como “empleados de confianza” y de “honorarios”.
Jefes de Oficina, jefes de Departamento, subdirectores y directores de área, jefes de asesores, oficiales mayores y jefes administrativos, subsecretarios y secretarios, todos en tabla rasa fueron echados a la calle.
A la secretaría de Salud que encabeza Roberto Ramos Alor, no solo llegó la Cofradía de la Mano Caída, sino a toda la palomilla perredista de Coatza y, por supuesto, los afines a Rocío Nahle.
En otras dependencias como la Secretaría de Educación del estado se registraron hechos insólitos.
Todos los maestros que ocupaban plazas administrativas fueron removidos y regresados a sus bases diseminadas en los 212 municipios y como letra de cambio los que estaban en esas plazas foráneas fueron traídos a Xalapa.
Ahora esos maestros marginados por décadas ya con nuevas responsabilidades jerárquicas vienen que echan lumbre con incontenible sed de venganza.
Ahora va la de ellos.
Y como cereza del enorme pastel, el “Tarzán, Zenyazen y sus strippers no solo se posesionaron hasta del control de las banquetas donde venden los fritangueros, sino que además su titular se dio el gusto de imponer a su primo político, Angel Huerta Anzures, a quien sin más le entregaron la delegación de la SEV en Orizaba, lo cual provocó tal revuelo que tuvo que cesarlo a escasos días de haber tomado posesión.
Roberto Zenyazen también le entregó la más importante plaza de la SEV –la de Veracruz puerto que abarca 25 municipios- a la ex diputada local y ex priista Diana Santiago Huesca, de un pasado ominoso y ser por años la más recia opositora de Morena.
Le dio posesión el Coordinador de Delegaciones Regionales, Adrián Mota… ¿algo le dice el apellido Mota?
En el IPAX también hay broncas.
La institución que encabeza Héctor Manuel Riveros Hernández está dando nombramientos a personas que ni siquiera han presentado un examen para saber si están aptos para desempeñar puestos operativos.
Los nuevos titulares de las descentralizadas tampoco esperaron un minuto para ocupar las plazas.
Una vez enterados de que iban de titulares se apersonaron con sus equipos de trabajo a ocupar las plazas aun no desocupadas y quien se negara a entregar la oficina o que argumentara 10 o 20 años de servicios prestados… “¡Pa` fuera¡” a empellones.
La cofradía de la “Mano caída”, en toda esta escalda, valga la redundancia, tuvo mano.
Las posiciones de primer nivel les fueron entregadas sin más, pero además con la autorización a discreción de que llevaran a los amigos con derechos, hermanos, primos, tíos, vecinos y hasta foráneos; mucha gente de la Ciudad de México, de Puebla y Oaxaca ya se avecindó en esta ciudad capital con cargos de primer nivel.
La Cofradía está muy localizada en las posiciones más cercanas al gobernador Cuitláhuac García y tiene la tarea de atajar a todo los que huela a “Fidelistas”, “Duartistas” y –por supuesto- “Miguelistas”.
Un staff de analistas de redes, sabuesos de la administración pública y asesores del gobernador revisan con lupa cada contratación: su pasado, su presente, sus bienes, sus amigos, sus vecinos, todo tipo Gestapo.
Desde luego que en esta escalada se han colado un sinfín de no morenos.
Ello se debe a que la gente de Cuitláhuac no sabe cómo echar a andar la maquinaria del poder. Carecen de experiencia. No le atinan a nada. Simplemente llegaron a los espacios de poder a esperar que en automático se reactivaran los programas sociales, los planes de desarrollo y las acciones de gobierno que activaran la economía.
Sin orden ni concierto los nuevos funcionarios tiran golpes efectistas; se cuelgan del pleito con Winckler y Edel y esperan que pasen los días para que esta temporada navideña les dé un respiro.
Se observan, sin embargo, tumbos y crasos errores en el arranque de las políticas públicas.
Se está exponiendo demasiado al jefe del ejecutivo a quien avientan al ruedo sin protección alguna. Por ello tropieza y es objeto de burlas y la percepción de poca seriedad es sus acciones de gobierno.
Y para colmo, está acompañado de un peleonero de cantina, Eric Cisneros, quien se ha negado a mostrar la documentación que lo acredita como veracruzano –no voy a renunciar a escribir esta columna si demuestra que nació en Otatilán- y es un hecho que de Veracruz este bajacaliforniano no sabe nada.
¿Son acaso ajustes naturales de la maquinaria al arranque?
Tal vez, pero la ciudadanía demanda resultados.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |