Pero debido a la presión se le agregó la acusación de desaparición forzada, delito considerado de lesa humanidad y cuya pena es de 60 años de cárcel.
Este diciembre cuando por fallas en el debido proceso los peces gordos del duartismo comenzaron a salir de Pacho, todo mundo pensó que Arturo seguiría encerrado porque la acusación agregada no alcanza fianza.
Pero el día 5 fue puesto en libertad ante las airadas protestas de los Colectivos. Además, desembocó en una bronca entre el gobernador Cuitláhuac García con el Fiscal Jorge Winckler.
En otro caso, la mañana del 25 de agosto de 2014 fueron encontrados los restos de Guillermo Pozos Rivera, ex tesorero del Ayuntamiento de Coatepec que había desaparecido días antes. En los pasillos políticos de ese Pueblo Mágico las sospechas recayeron en el alcalde Roberto Pérez Moreno “Juanelo”, con quien Pozos había tenido serias diferencias.
Juanelo tuvo una administración bastante accidentada ya que fue acusado de tener nexos con delincuentes, de corrupción y de un millonario desvío de recursos.
Un mes después del asesinato de Pozos fueron detenidos tres elementos de la policía municipal -entre ellos un alto mando- acusados de autoría en el crimen.
Uno de los detenidos declaró que escuchó decir a Pérez Moreno: “Hasta cuándo me vas a quitar al tesorero porque no me deja mover la lana a mi antojo… espero que le des piso inmediatamente”.
A pesar de todo Juanelo aguantó vara hasta el 27 de abril del 2015 en que pidió licencia por 59 días para ausentarse del cargo y emprendió la huida.
El día 14 de este mes el ex titular de la SSP, Arturo Bermúdez Zurita, acudió al Congreso local a presentar una solicitud de juicio político contra el Fiscal Jorge Winckler. Y el 18 Roberto Pérez Moreno reapareció en un café xalapeño después de tres años en que no se supo nada de él.
Sobradito de arrogancia el ex alcalde dijo que demandará a Javier Duarte, al ex fiscal Luis Ángel Bravo Contreras (ambos presos), a Miguel Ángel Yunes, al fiscal Jorge Winckler y al magistrado Edel Álvarez, por haberle quitado cuatro años de su vida.
De las desapariciones forzadas y el asesinato de Pozos Rivera muy poco fue lo que dijeron, salvo que son inocentes.
Ambos sujetos están priorizando su condición de “víctimas”, de perseguidos y de acusados injustamente, por encima de los crímenes que les achacan.
Ambos provocaron pequeños tumultos y barullo, tanto en el Congreso como en el café. Además de que repartieron sonrisas y apretones de mano casi casi como si fueran rock stars.
Ahora ya nomás falta que la sociedad en pleno les pida perdón y promueva que sean indemnizados conforme a la ley.
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