Línea Política
Agustin Contreras Stein
 

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Cuarta Revolución
2019-01-21

DURANTE el gobierno panista del Ex presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, se inició una lucha permanente, aunque sin estrategia definida, en contra de los grupos organizados del crimen. La guerra interna duró todo este sexenio sin resultados positivos, pero eso sí, con una cifra aproximada a los cien mil muertos, entre delincuentes, policías, miembros del ejército y civiles. Se habló entonces de la tercera revolución, después de la guerra de independencia y la famosa revolución mexicana, entre los movimientos más importantes que ha tenido México, buscando, desde luego, su transformación.


Hoy, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, vuelve a picar el panal más agresivo de todos los problemas que padece el país. Parece que su inicio ha sido con buenas intenciones, aunque, lo mismo que durante el sexenio calderonista, ha faltado, más que nada, una verdadera estrategia para enfrentar el enorme desafío de combatir un fenómeno conocido desde hace años y que es el robo de las gasolinas, sin dejar de comentar que dentro de este mismo negocio podrían encontrarse, sin duda, los mismos grupos delincuenciales que operan con las drogas y otros ilícitos que conforman en general el gran fantasma de la inseguridad nacional.


A todo esto, habría que sumar la participación de cientos de funcionarios y miembros del Sindicato Petrolero de la República Mexicana, independientemente de la misma dirigencia que se ha beneficiado por largos años en este negocio que tomaron en sus manos, secuestrando a la paraestatal, solamente, para su propio beneficio y donde, al parecer, hasta el mismo gobierno federal, estaba impedido para conocer, a fondo, el gran saqueo de la nación, debido a que el mismo Sindicato  no permitía que salieran a la luz sus propios negocios.


Esta es, pues, la lucha que ha iniciado el Presidente López Obrador, pero sin un proyecto definido para combatir con certeza este problema, ya que como hemos sabido, se están cobrando las primeras víctimas que si se hace cuenta, en aproximadamente mes y medio de gobierno, ya suma, por lo menos más de cien caídos en diversas acciones. Este es, pues, el inicio de la cuarta revolución, no de la cuarta transformación, porque hay que contar en estas luchas, la pérdida más importante que es la vida. Tal vez, como se afirma, éste sea el costo de una transformación social que vendrá posteriormente, cuando todo haya pasado y el país encuentre, por fin, su pacificación.


En los incendios recientes ya van más de setenta muertos y un tanto igual de heridos, pero no se toman en cuenta otros actos que ya han tenido lugar y que también forman parte de este proceso de cambio, Hasta la fecha, México, ha perdido más vidas que frutos alcanzados en un combate frontal que es necesario, sí, pero con una estrategia que arroje resultados y no emprenderla, como se ha hecho en los gobiernos pasados y el presente, de la noche a la mañana, tanto que hasta estos momentos se habla de haber recuperado recursos que no recibía la administración, pero el problema continúa y eso no parece ser satisfactorio en un proceso que tiene como objetivo pacificar al país y darle a la gente la tranquilidad y la seguridad para desencadenar una etapa de superación de la pobreza, de desarrollo regional y consecuentemente nacional.


En la lucha, que ya se volvió una obsesión, se pone en riesgo al país, tanto por la utilización del ejército, que por cierto, ya vimos que ha sido rebasado por una turba de apenas doscientas o trescientas personas, como por la creación de un cuerpo de policía llamado guardia nacional y que no es otra cosa que una especie de militarización del territorio nacional. Se pone en riesgo el estado mismo de derecho, porque tarde o temprano, el propio pueblo, que ahora se trata de calmar con programas asistenciales equivocados, puede rebelarse y tomar las acciones de la seguridad en sus propias manos, lo que no es, de ninguna manera, deseable para un país, como México, que se ha regido, más que nada, por el principio de la paz y la buena voluntad para solucionar los problemas internos.


El problema de la inseguridad, es un asunto que le ha quedado grande a todos los gobiernos postrevolucionarios y si en algún momento la tranquilidad ha perdurado por largos años, se ha debido a los más o buenos gobernantes que han puesto los intereses de la nación sobre los personales, así como la escasa población que se tenía y por lo tanto, una mayor y mejor atención de los mismos problemas de la gente.  Hoy, ya se cuentan más de ciento veinte millones de mexicanos que reclaman servicios y atención en todos los sentidos y ya no es posible cumplir, por más que se prometa con todas las demandas que se han vuelto permanentes.


El Ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, se pasó todo su gobierno invirtiendo en una guerra sin sentido, descuidó la salud y la educación, las vías de comunicación, así como la propia seguridad del pueblo mexicano. Por lo tanto, López Obrador, podría correr la misma suerte de enfrascarse en un asunto que le ocupará todo su tiempo y al final de su gobierno, se dará cuenta que la solución era invertir en la búsqueda del empleo, en traer a tierras nacionales, mayores inversiones, más ingresos que no sea puramente petroleros, para fortalecer una economía nacional que respalde, hasta donde sea posible, una vida digna para su pueblo, lo que, al final, se terminarían con los grandes problemas que ahora aquejan a la nación.


La cuarta revolución de la que hablamos, no incluye, solamente, el combate a la corrupción y a la delincuencia, sino la búsqueda de un mejor destino, educando a las nuevas generaciones, dándoles la oportunidad de trabajar, de desarrollarse por sí mismas, de ofrecerles más que dádivas sociales, diversos programas de transformación del campo, de la industria, de apoyo a las empresas y posibilidades, finalmente, de contar con un salario, incluso, mayor que el del Presidente de la República, porque el pueblo mexicano, no esta para limitaciones, sino para ejercer su propio dinamismo, inteligencia y superación.


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NO, DE NINGUNA MANERA, el organismo fiscalizador, como lo es el ORFIS, ha sido, para los demás, una verdadera monedita de oro. Ya lo hemos visto durante muchos años, particularmente, los más recientes, en que su autoridad se ha impuesto y ha puesto en jaque a todos los entes fiscalizables, donde se han detectado fallas administrativas y se han interpuesto denuncias para sancionarlos. 


Hoy, se apresura a seguir cumpliendo con su responsabilidad, instaurando revisiones y auditorías, sobre todo, a los municipios y a las dependencias gubernamentales, correspondientes al último ejercicio constitucional del poder, donde, sin lugar a dudas, podrían salir a relucir grandes desfalcos que pondrían a sufrir a quienes los han generado.


No hablamos, simplemente, de los Presidentes municipales, que en algunos casos, se podría decir, que no son peras en dulce, sino de aquello que es más fuerte y que representa el manejo de mayores cantidades de recursos, como es el caso de la propia administración estatal.


El último año del ejercicio presupuestal del gobierno del Estado, es decir, el concluido el primero de diciembre del año pasado, podría tener grandes sorpresas, descubriéndose por las auditorías, que faltan muchos millones de pesos, de esos que no son cualquier cosa, sino grandes cantidades que ningún veracruzano, en estos tiempos, podría asimilar tan fácilmente.


Por eso, el anuncio del ORFIS, de continuar su labor fiscalizadora en bien de los veracruzanos en general, se toma, no tan solo como el cumplimiento de la responsabilidad de este organismo, sino de la savia decisión de transparentar el uso debido de los recursos, donde si todo aparece bien, que se reconozca, pero también si algo no se encuentra conforme lo determina la honestidad, que se castigue.


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LEÍ, EN UNA CAPSULA DE Crónica del Poder, que Pepe Yunes, a quien no hemos visto en mucho tiempo, se retira temporalmente de la actividad política y se va a estudiar un diplomado en el ITAM, que ha sido su casa de estudios.


Ojalá que sea por corto tiempo, porque, independientemente de su derrota en las pasadas elecciones, es un político sumamente preparado, que tiene mucho que dar a Veracruz, y a México, en cualquiera de las trincheras que tenga a su favor, ya que es un hombre sólido, honesto, de buenos principios y de probada formación familiar, política y profesional.


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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.


NUESTRO CORREO: ac_stein58@live.com.mx

 
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