Otro ingrediente:
El deslizamiento de parte de la Fiscalía de tres reveladores videos en donde se muestra a Cuitláhuac en una situación poco cómoda dada su proclividad al reventón. Son videos ya circulando en las altas esferas del poder mismos que se harán públicos dependiendo si las circunstancias les son desfavorables al Fiscal.
Uno más:
El eficaz asesoramiento jurídico de Jorge Winckler, quien se ampara, argumenta, presenta pruebas contundentes y batea con legalidad todos los obuses de su contraparte Jorge Reyes Peralta que busca arrinconarlo con una carpeta conteniendo argumentos jurídicos débiles, sin sustento... o más bien con sustento pero mediático.
Y por si fuera poco.
El Congreso del estado está totalmente dividido con dos puntas de lanza no atendidas por el gobierno –los diputados Gonzalo Guizar y Juan Carlos Molina- lo cual impide una mayoría calificada que lleve a juicio político y consecuente remoción del Fiscal quien incluso está muy lejos de que le finquen responsabilidades y lo lleven a prisión.
Así, a la sordina, sin que Cuitláhuac y sus operadores –Pozos, Casarín y Cisneros- se dieran cuenta, la chiquillada legislativa, panistas, priistas el PES y los independientes- se juntaron para romperles la madre a los morenos haciéndoles tal boquete que ha molestado a la misma federación.
Y es que incluso, de sucederse lo imposible, es decir darse el desafuero y retiro del cargo del Fiscal, habría que ver que dice el Poder Judicial, que a través de sus magistrados será quien tenga la última palabra sobre el tema Winckler y remoción la cual podría llevarse un año antes de emitir el veredicto final.
Y es que a como están las cosas, el Tribunal Superior de Justicia ni tiene la prisa ni el interés en apoyar al ejecutivo dado el desprecio manifiesto de Cuitláhuac García, quien rehusa reunirse con el otro poder el Judicial que encabeza Edel Alvarez Peña, a quien incluso inopinadamente lo tiene advertido de que lo está investigando. ¡Vaya torpeza!
No se acaba de entender que el gobernador es eso, el gobernador de ocho millones de veracruzanos que no puede andar mal ocupándose de perversiones y micro venganzas como despedir al hijo del magistrado presidente, a Juan Pablo Álvarez, un hombre muy joven, culto, de la ciencia, estudioso del Conacyt que tenía una modesta posición en el IMAX, institución saqueada, desaparecida y echados a la calle todos sus empleados.
Ese es el costo del no saber.
Es el pago por no estar preparado para gobernar y de rodearse de puro imbécil que está llevando a Veracruz, a menos de cien días de haberse instalado con la mayor votación en la historia, en la ingobernabilidad.
De pena ajena la mofa que se hace de Cuitláhuac. El chiste barato. La burla hasta por como habla viste y esos moditos gay que mueven al meme, al desprecio, a la descalificación… ¡Que pena!
Bien afirma Andrés Manuel López Obrador que el poder marea a los inteligentes y a los tontos vuelve locos y a estas alturas no se sabe si de verdad los inteligentes –que no se sabe dónde están- están mareados y los tontos –que si están bien localizados- seguirán experimentando el resto del sexenio.
El punto es que en Veracruz hay memoria de muy buenos gobernantes, sin esconder a otros que han sido muy rateros como Fidel y Duarte y localizados tontos como los del presente.
En alguna ocasión el reconocido gobernador Fernando Gutiérrez Barrios sostenía que problema que no se resuelve termina por estallarte en las manos. Y evocaba que "En política no hay jóvenes y viejos; hay aptos o ineptos, leales o desleales, dignos o indignos, honestos o deshonestos. Nada más".
Esto viene a cuento por el presente que vivimos tan cuestionado, tan lleno de claroscuros, pero sobre todo de desaciertos que dejan en claro que una vez que le entregaron el aparato de poder a Cuitláhuac García nomás no sabe cómo echarlo a andar.
Sobre todo en el tema de la operación política y la seguridad.
Que se recuerde en al menos cuatro gobernadores Murillo Vidal, Hernández Ochoa, Gutiérrez Barrios y Fidel Herrera la operación política siempre les resultó exitosa.
Se planteaba el problema con el grupo de interés –el gabinete-; se escuchaban las propuestas de solución; el gobernador decidía con liderazgo en camino a seguir –incluso si se metía la pata, se metía bien- y luego se atendía en al menos cinco frentes: el político, por la vía de la negociación; el financiero partiendo de que lo que se puede pagar en política es barato; lo jurídico, para evitar sorpresas legales; en lo oscuro y drástico, a través de la policía y la Procu, y lo mediático para gestar una opinión pública favorable.
Había gobernabilidad
Hoy Morena, con el respaldo ciudadano, con mayoría en el Congreso, con la ayuda incondicional de la federación no puede tumbar al mozo de Yunes Linares, quien doblado de la risa observa en el día las torpezas de quienes dicen saber y como dicen los clásicos, solo la cagan.
José Manuel Pozos y Cazarín no atan ni desatan, son la burla y Eric Cisneros por más que le dicen que se regrese a su tierra natal, Baja California, ya que lo único que medio sabe hacer es pintar las guarniciones, está empeñado en tumbar a su propio jefe con sus torpezas políticas, no hay otra explicación.
Vaya papelón que le está tocando jugar a Cuitláhuac a quien Manuel Huerta Ladrón de Guevara y Ricardo Ahued, a 70 días de mandato, ya ven en el campo santo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |