Su fracaso estaba cantado, inclusive desde antes de que tomara posesión como gobernador, su falta de oficio político e inexperiencia en la administración pública era por todos conocida. Sería un sexenio perdido, un mandato de ocurrencias, de inseguridad, de estancamiento y de endeudamiento, un cambio en reversa. Es ignorante, pero también petulante, sólo sus chicharrones truenan y no se deja ayudar.
A través de los medios de comunicación ya se conocía su gusto por la parranda, el baile y el trago, por eso más de uno dudaban que pudiera con la gubernatura. “Le va a quedar grande el puesto”, afirmaban convencidos.
Tiene nombre de emperador azteca, de guerrero, pero carece de liderazgo, de carácter y de trayectoria, sin embargo, Morena y sus aliados, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES), se empecinaron en que fuera el candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia a la gubernatura del estado y, de puritita suerte, porque la gente estaba “encabronada” de tanta corrupción de los ex gobernadores y sus secuaces, él ganó la elección.
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Existía la esperanza de aun siendo un inútil bueno para nada en materia de administración pública, al menos se rodearía de personas experimentadas, preparadas, aptas y capaces, pero no fue así. Integró al gabinete a sus amigos, a los recomendados y a personas que ni siquiera son del estado y que por consiguiente desconocen el territorio y los problemas que aquejan a los ciudadanos.
En lo que va de su administración la inseguridad se ha desbordado, aunque el gobernador diga lo contrario y se defienda como gato boca arriba, los feminicidios son la constante, todos los días asesinan a mujeres, de ahí que las féminas hace unos días se volcaron a las calles y al grito de “gobernador huevón, encuéntralas cabrón”, exigieron un alto a las desapariciones, violaciones, secuestros, feminicidios y toda forma de agresión hacia ellas.
Y para echarle más leña al fuego, se enfrascó en un pleito de lavadero con el fiscal general del estado. Solicitó formalmente al Congreso local la remoción del abogado de la entidad, aunque a decir vedad no ha podido con él, porque los diputados de Morena y sus operadores políticos se la han pasado de tumbo en tumbo y lejos de otra cosa lo han victimizado, yo diría que hasta fortalecido, ante la opinión pública.
El gobernador no es político, tiene la piel delgada, temperamento muy sensible, la cabeza caliente, el estómago revuelto, es bronco, peleonero y desde luego que hace sus entripados ante los fracasos que ha tenido, a grado tal, que amenazó a los diputados para que no le saquen “al dragón”, es decir, que no hagan aflorar su mal carácter. Ay nanita, qué mello.
Los asaltos, homicidios, extorsiones y secuestros tienen contra la pared al gabinete de seguridad, tan es así, que el propio mandatario aceptó que a lo largo y ancho del estado que gobierna hay un chingo de delincuentes y no es fácil combatirlos. Pobre, se le escurre la ignorancia como melcocha, tiene dinero, pero es un inculto, imagínese usted amable lector al titular del Poder Ejecutivo dando ese tipo de declaraciones. ¿Qué más se puede esperar del hombre con el nombre de emperador?
Los del PRI, los del PAN y hasta los del PRD advirtieron que su elección sería un retroceso, que bajo su gobierno se agudizarán los problemas que hoy tanto nos afectan como la violencia, la delincuencia, el desempleo, la incapacidad y la corrupción. Lo recordaremos como uno de los peores gobernadores. La gente votó encabronada y ahí están las consecuencias.
Gracias a Dios, Cuauhtémoc Blanco Bravo, el hombre que lleva el nombre del último emperador azteca, es el gobernador de Morelos y no el de Veracruz, imagínese lo que sería de nosotros con un gobierno inepto, que no ata ni desata, sin operadores políticos, obsesionado con pleitos estériles, falto de capacidad y con la fuerza de un tehuacán sin gas. A Veracruz se le cocina aparte, lo que aquí sucede, los analizaremos muy a fondo en otra entrega. Pobres morelenses. Comentarios y sugerencias a revalerdeg@gmail.com.
ROBERTO VALERDE GARCIA
PERIODISTA |