Sin embargo, aparentemente de la nada y pocas semanas después de la renuncia de Janine Otálora a la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, otro magistrado, Felipe de la Mata, presentó ante ese órgano jurisdiccional una insólita propuesta para darle vida artificial al PES, tergiversando los requisitos constitucionales para el registro de los partidos políticos con argumentos que ni a legaloides llegan, lo que de inmediato ha sido interpretado como una presión del Ejecutivo federal para pagar el “apoyo” de sus aliados.
En este caso particular, pareciera que dicha sociedad entre el lopezobradorismo y la derecha evangélica responde a una convicción y simpatía personal del hoy Presidente, cuyas posturas moralinas, como de tele-evangelizador, se corresponden y embonan muy bien con la plataforma ideológica de un partido que, en el otro extremo, ha demostrado no tener empacho en hacer política de la manera más pragmática y desleal posible, al grado de darle la espalda a sus “aliados” según le convenga. Si aún lo duda, dese una vuelta por el Congreso del Estado de Veracruz.
Pero si en el caso del PES podría considerarse la afinidad ideológica del Presidente como una “razón” para la protección y condescendencia que se le brinda desde el poder, la alianza del lopezobradorismo con el Partido Verde es sencillamente abominable.
Ese partido representa las peores prácticas de la política: la corrupción, el fraude, la deslealtad, el derroche y la traición. Lo mismo ha apoyado al PAN que al PRI, y tras las elecciones de 2018 le declaró su “amor incondicional” al nuevo régimen, que en pago, permitió la aberración legislativa, constitucional y política de concederle a Manuel Velasco Coello licencia como senador plurinominal para que regresara a Chiapas a terminar su encargo como gobernador, al que antes había pedido licencia para ¡rendir protesta como senador!
Velasco Coello apoyó abiertamente a Morena para que ganara la elección de Gobernador en Chiapas en los comicios del año pasado, luego de que el PRI impuso al PVEM un candidato que no respondía a sus intereses. Ahí se firmó esa alianza que va por mucho más.
Por lo pronto, usted verá que el Partido Verde se coaligará con Morena para las elecciones extraordinarias por la gubernatura de Puebla, en donde las encuestas señalan que con quien quiera que postulen, ganan.
Cobran con ello mayor sentido las palabras del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, que aparentemente sin tampoco venir al caso, esta semana se desvivió en elogios hacia Andrés Manuel López Obrador, a quien calificó como un “presidente muy sólido” durante la “entrevista” de media hora que le “concedió” al periodista Ciro Gómez Leyva.
Un día después, uno de los principales operadores del duartismo y protegido de Manuel Velasco Coello, el ex diputado federal por Tuxpan Alberto Silva Ramos, se fue a “tomar la foto” con el flamante coordinador de la Agenda Legislativa del Partido Verde en el Senado de la República, que no es otro que Javier Herrera Borunda, hijo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y quien maneja la franquicia del PVEM en Veracruz. Por cierto, muy amigo de Atanasio García Durán de cuando aquel fue titular del Ejecutivo y éste del Legislativo veracruzano.
¿Usted cree en casualidades en política? Nosotros tampoco.
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