Es decir, el titular del Ejecutivo será el presidente de la Junta de Gobierno, que es la máxima autoridad del Colegio para determinar quién sea el Rector de esa casa de estudios.
En lo sucesivo el Secretario Técnico, sin autoridad ejecutiva, será Rector de membrete que quedará bajo la tutela de la Secretaría de Educación del Estado, quien fungirá como vicepresidente de la Junta de Gobierno, quien a su vez fungirá como presidente en las ausencias del gobernador.
Así, no solo habrá poder completo para Cuitláhuac, quien cuando solo esté presente en “espíritu” en las grandes decisiones del Colver, es decir cuando no asista físicamente solo en alma y espíritu, será el viejo stripper, hoy Secretario de Educación del Estado, Zenyazen Escobar García, quien decida.
Habrá que insistir que una vez aprobada la iniciativa, el Secretario Técnico, quien ocuparía la Rectoría honoraria del Colegio, solo tendrá derecho a voz pero no a voto dentro de la junta.
Y para que el mandatario pueda presidir la junta se quitó el requisito de que los miembros tuviesen que haberse desempeñado en alguna actividad académica o directiva en instituciones de investigación y educación superior y contar con reconocido prestigio académico.
Esto es, que cualquier pendejo podrá participar en las más altas decisiones del Colegio de Veracruz, tenga o no prestigio o sea simplemente un chairo.
En cuanto a la figura del rector se eliminan los requisitos de haber sido propuesto por las academias del COLVER lo cual abre la puerta para que cualquier amigo, compadre o hijo de vecino sea el rector de esta institución orgullo de Veracruz.
Y en lo que se refiere al Órgano Interno de Control del Colver en lo futuro dependerá de la Contraloría General del Estado y el nombramiento de su titular, la designación de su personal, y sus funciones y atribuciones deberán realizarse de acuerdo a la propia Contraloría.
Pierde pues el Colegio de Veracruz la autonomía en el manejo financiero lo que hace prever, tal como se ha adelantado, un recorte drástico a la plantilla académica, sobre todos a los maestros y doctores que fueron contratados venidos de otros lugares de la república y el extranjero para estar al servicio del Colver por sus altos conocimientos en las disciplinas de la ciencia política y la academia.
De aprobarse la iniciativa, muy parecidas a las que tomaba Caligula al nombrar Cónsul a su caballo, el Colver pronto lo veremos convertido en una escuela “patito”.
¿Qué pensarían los veracruzanos y la nación entera, si el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, mandara una iniciativa al Congreso en la que propusiera los cambios necesarios en las leyes de la materia para que él fuera nombrado Presidente de la Junta de Gobierno de la UNAM?
Algo no funciona bien en la cabeza del señor gobernador.
Nunca le dijeron que la autonomía de las instituciones se respeta; que no es lo mismo andar gritando en las calles echando pleito a la policía que sentarse a gobernar, y que la prudencia y el don de mando es un arte no el atropello autoritario.
Destruir al Colegio de Veracruz es echar a la basura casi cuatro lustros de historia; es olvidar las enseñanzas que dejó a la institución Maurice Duverger, experto mundial en Derecho Electoral; es olvidarse –a lo mejor a Cuitláhuac eso le vale madre- del tratadista Phillip Norton, quien trajo sus enseñanzas al Colver; de los politólogos Dieter Nolten y Rainier-Olan Schultze que empeñaron su tiempo en darle lustre al colegio.
Con los atropellos de Cuitláhuac, obligado a evocar a los grandes pensadores y políticos de respeto que hablaban de los novatos ensoberbecidos de poder, de aquellos hombres de estado sin solidez de principios que son más peligrosos que una pistola descompuesta, al igual que un académico sin la práctica del ejercicio de gobierno que no es más que un elucubrador de fantasías.
Entreguemos pues la Rectoría del Colegio de Veracruz a Cuitláhuac, quien como niño berrinchudo tomará el juguete, lo destruirá lo arrumbará en un rincón.
Hay nombres de hombres de papel que hay que arrojar al cesto de la historia.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |