La revuelta en Morena que dio lugar al reclamo legislativo a nivel nacional hizo que la dirigente federal Yeidckol Polevnsky, tomara cartas en el asunto luego de hacer consultas al más alto nivel.
Así, se espera que la diputación Morena en Veracruz tome una decisión que permita la remoción del Presidente de la Junta de Coordinación Política, Juan Javier Gómez Cazarín, quien por sus negros antecedentes, su carácter irascible y haberse convertido en el mozo y mensajero de las amenazas del Secretario de Gobierno, tendrá que dejar la posición en donde ha venido manejando a su libre albedrio 776 millones de pesos de presupuesto anual… todo un botín que habrá de escapársele de las manos por sus desatinos.
Los cambios –según fuentes confiables del aparato de gobierno- se extenderán a una tercera parte del gabinete: Entre ellos se cuenta la titular del DIF, la del área de turismo, el de la Secretaría de Salud y el desacreditado Secretario de Educación.
En realidad, la situación de Veracruz para la Federación no es un problema menor. Las inopinadas acciones del gobierno estatal encendieron la alarma nacional.
En la suma se coloca en primer término la molestia del gobierno de López Obrador por parálisis económica que vive la entidad producto de la ausencia de un Plan de Desarrollo que reactive la productividad.
La inseguridad pública, aunada la escalada de feminicidios, han resultado el golpe más severo que ha recibido la nueva administración al quedar demostrado que el crimen organizado y también el común son, ni más ni menos, otro poder en paralelo que tiene sometidos a pueblos y ciudades y en un estado de terror a la ciudadanía.
Los criminales co-gobiernan.
La virtual ruptura iglesia-estado luego de inopinadas declaraciones del propio gobierno en la voz –quesque sacada de contexto- del imprudente e irresponsable encargado de la política interior, el no veracruzano, Eric Cisneros, dieron lugar a que este inicio de semana el propio presidente de la República en su conferencia matutina saliera al paso de tan espinoso tema reiterando su más absoluto respeto a la iglesia.
El mensaje que ya rebotó en Veracruz llegó directo al corazón de Palacio de Gobierno.
A ello se suma la cascada de despidos, el nepotismo desde la cúpula hasta los altos mandos, el desabasto de medicinas, el deplorable estado de las vías de comunicación y el incumplimiento de metas federales exhibido en el marco de la visita presidencial, así como la imagen del gobernador Cuitláhuac García, que por estos días tocó fondo.
Todo ello más lo que se acumule, son el caldo de cultivo de la ingobernabilidad que se observa desde el centro.
México, por tanto, determinó ir al rescate de Veracruz.
El gobernador, sin embargo, tendrá obligadamente que meterse en obligado corsé; seguir las reglas del nuevo juego de poder; dejarse ayudar, y alejarse de sus amigos, aliados y sus más cercanos.
Políticos veracruzanos de alta experiencia, sensatez y madurez política habrán de ser invitados a sumarse al nuevo gobierno. Habrá total respeto a la división de poderes y un sensible cambio en la relación prensa-estado cuyo vacío ha dado lugar a que la imagen del gobernador Cuitláhuac se haya convertido en el lastimoso hazmerreir de la ciudadanía, independientemente de la polémica levantada por sus preferencias sexuales.
Hoy pareciera que está a punto de terminar la pesadilla del invierno veracruzano, la primavera asoma.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |