Miguel Angel Yunes “la lucha continúa” es un animal político que al igual que Fidel Herrera, juega de todas todas y jamás dejaría pasar la oportunidad para hacer ver en ridículo a un gobernante que por otra parte no sabe ni donde está parado, no articula razonamientos y es tan poco convincente que lo único que trasmite es inseguridad.
Cuitláhuac está siendo exhibido como lo que es, un político improvisado, bipolar e ignorante.
Y no le falta razón.
El revelar de parte del propio Cuitláhuac que siete cárteles azotan a la entidad es como para salir corriendo al estado vecino; el apuntar los organismos de seguridad internacional que Coatzacoalcos se encuentra entre las 50 ciudades más inseguras del mundo por encima de los países musulmanes donde hay una guerra formal declarada, mueven al pánico, y los retos en abierto del crimen organizado llaman al auxilio inmediato de las autoridades federales a través de un comisionado que regrese la gobernabilidad y paz social a Veracruz.
Gobiernos constitucionalmente establecidos que a la vuelta de dos o cuatro años de ejercicio han visto amenazada su seguridad pública han acudido a la federación para solicitar ayuda o, como en el caso de Michoacán, se han visto obligados a aceptar un Comisionado Federal que en los hechos actúa como vicegobernador, han medio resuelto sus problemas de paz interior, pero Cuitláhuac, que lleva apenas cien días de gobierno, es motivo de preocupación nacional.
Sea a instancias de Yunes que lo buscan exhibir y desacreditarlo para crear condiciones de alternancia a mediano plazo, sea que los propios criminales han encontrado un campo fértil para controlar al estado, el caso es que Veracruz no puede seguir con este estado de cosas.
No se puede permitir que las amas de casa, ya mismo, se vean impedidas a salir a hacer sus compras, ni que los paterfamilia ya no quieran llevar a sus hijos a las escuelas en las plazas calientes.
Intolerables las amenazantes mantas de los cárteles, inaceptables pero comprensibles las deserciones de la policía que no quiere salir a combatir con resorteras y magros salarios a grupos criminales perfectamente pertrechados y censurable desde todos puntos de vista los palos de ciego de un gobierno que no sabe cómo combatir las células criminales cuyas raíces, en buena medida, están enquistadas en el propio gobierno.
En paralelo, no puede el gobierno del estado a través de su secretario de Gobierno, Eric Cisneros, acusar al Fiscal General, Jorge Winckler, de “proteger delincuentes” ya que es el propio gobierno el que se fagocita.
No puede Cuitláhuac acudir al lugar común ante el fracaso, argumentar que fueron Duarte y Yunes los que le heredaron la violencia y corrupción. Es un viejo cuento tan gastado que lo único que provoca es el repudio generalizado.
Y no es admisible que el imberbe mandatario establezca un plazo de dos años para acabar con la violencia, los cárteles y todos los grupos criminales ya que suena más a burla que a realidad.
Y es que, aunque fuera tal, en dos años a este ritmo, el censo poblacional habría reducido su índice a estándares parecidos a los del primer mundo... con la diferencia que la planeación sería a sangre y fuego.
Lo que en realidad se requiere son respuestas aquí y ahora.
Las acciones son en el día a día y no abriendo plazos fatales que solo demuestran la necesidad de oxigeno de cara a un enfermo que está en su etapa terminal.
Lo de Cuitláhuac y la gobernabilidad no es un tema menor.
Hay preocupación en la federación, particularmente por el llamado del Senado y porque el propio titular del Poder Legislativo, Javier Cazarín –de extracción Morena- ha pedido la presencia de un Comisionado ante la escalada de muerte en la entidad.
En Veracruz en los hechos se percibe un vacío de poder.
Anoche mismo circuló un documento apócrifo en donde se consignaba una presunta solicitud de licencia al cargo por parte de Cuitláhuac García por 30 días, misma que de inmediato fue descalificada.
Y ya de semanas atrás se habla de un relevo que quite al rijoso Eric Cisneros del cargo y entre un político de verdad. Se habla asimismo de un cambio de gabinete y de un vocero que argumente lo que quiso decir Cuitláhuac.
Se habla pues de muchas cosas… y apenas van cien días.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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