En noviembre pasado, a horas de entregar la administración, concedió su última entrevista como gobernador a Paz Ramírez, de Notiver, en la que aceptó sin ningún titubeo que la derrota le “dolió muchísimo” y que le seguía “doliendo”, pero que no tenía la menor duda que “Miguel es la persona mejor preparada para gobernar”. En su última comparecencia en el Congreso local declaró a los reporteros que su próximo reto sería que dentro de seis años Veracruz tuviera un gobernante “a la altura de su grandeza y de su potencia”, en clara alusión a su vástago mayor.
Decir ahora que Yunes está trabajando desde entonces, como él lo sabe hacer, para enfilar de nuevo a su hijo a la candidatura del PAN y luego buscar otra vez la gubernatura no es nada novedoso. Él fue muy claro sobre lo que haría cuando aceptó la derrota de 2018.
Está tejiendo ya la red con la que pretende trabajar en la elección intermedia de 2021 pero con miras a la de 2024, aunque lo hace de la forma más discreta y callada. Contacta, habla con actores políticos, los invita y los convence, porque posee esa gran habilidad, pero una cosa les ha venido dejando bien claro desde un principio: en su proyecto no entra Mancha Alarcón ni su grupo. Si no pensaba aliarse y trabajar con él, ahora menos cuando se da por descontado que con la anulación de la elección interna pasada su salida de la dirigencia no tiene retorno (de todos modos él prepara una estructura alterna a la de la dirigencia estatal).
En realidad Yunes Linares y Mancha Alarcón se mascaban pero no se tragaban e hicieron alianza para la elección de 2018 porque a los dos les convenía: a uno sumar apoyos para el proyecto de su hijo y al otro seguir medrando al amparo de la dirigencia y de que el entonces gobernador lo necesitaba. Pero la relación entre ambos nunca fue buena.
Iniciado el bienio yunista en 2017, Miguel Ángel y José Mancha tuvieron varios roces hasta que llegaron a un abierto enfrentamiento que llegó a insultos con palabras altisonantes y a amenazas por parte de ambos, por diferencias en la selección de candidatos a presidentes municipales para la elección del 4 de junio de ese año.
La confrontación más álgida se inició cuando Yunes llamó por teléfono a Mancha para recordarle y advertirle que las cosas habían cambiado y que a la vieja usanza del PRI él era quien decidía y decidiría todo, incluso por encima de la dirigencia panista, y para demostrar que iba en serio lo amenazó e incluso le recordó que sabía muy bien cuáles eran las posiciones que el dirigente blanquiazul tenía en la estructura estatal y en varios municipios del Estado donde figuraban familiares suyos.
El tuxpeño no se amedrentó y lo enfrentó. Le dijo que no se le olvidara que en el PAN las cosas se hacían de manera diferente, que procediera como quisiera porque la dirigencia que él presidía tenía un protocolo establecido para proceder en las selecciones internas de candidatos y que se tenían que seguir los reglamentos. Se gritaron.
“¡Voy a meter a tu primo a la cárcel!”, le espetó el entonces gobernador y enseguida cortó la llamada. A los pocos días, el primo, delegado de Tránsito del Estado en Tuxpan fue cesado. Al parecer lo mismo sucedió con otros recomendados de Mancha en diferentes posiciones menores de la capital del Estado (parte de esta versión la manejé meses después lo que enfureció a Mancha, quien reunió a toda la dirigencia y colaboradores y les exigió que le dijeran quién me había filtrado la versión –igualito a López Obrador quien le pide al diario Reforma que le informe quien le filtró la copia de la carta que dirigió al Rey de España–, olvidándose que a ellos también les monitoreaban y les grababan sus llamadas.
El golpe del miércoles, pues, del TEV a Mancha no solo no daña a Yunes y su proyecto y en una de esas hasta lo ayudaron quitándole a un enemigo de encima y le ahorraron el trabajo de hacerlo él mismo. Ahora sí, nadie sabe para quién trabaja.
El golpe debilita a Sergio Hernández
A quien golpea directamente la decisión contra Mancha es al actual coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Congreso local, Sergio Hernández, a quien el ahora desconocido dirigente sostuvo contra viento y marea para que repitiera como diputado y en la coordinación.
En un fuerte reclamo que le hizo la entonces diputada local Cinthya Lobato Calderón a Hernández la noche del 7 de junio de 2017, entre otras cosas le gritó: “… sí hay dinero para que le lleves a Pepe Mancha, para eso sí hay dinero, lo que no hay dinero es para el autismo, para el foro que se está haciendo aquí…”, lo que ilustraba la relación hasta de complicidad entre uno y otro.
Al caerse Mancha se ve inminente la caída de Sergio como coordinador de la bancada panista, nombramiento para el que estaría alistándose ya el diputado Enrique Cambranis Torres, de posición moderada, panista de valores y principios seguidor de la vieja corriente del fundador del PAN Manuel Gómez Marín y quien hizo campaña con el candidato perdedor en la elección anulada, Joaquín Rosendo Guzmán Avilés.
También perdería Hernández la posibilidad de ser el próximo candidato panista a la alcaldía de Xalapa, como pretendía, pues además de que se le caería su fuente de financiamiento seguramente el nuevo dirigente estatal optará por otra opción.
Despejan camino a Guzmán Avilés
Desconocido el triunfo de Mancha, de nuevo se ha abierto el camino para que llegue a la dirigencia estatal Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, quien desde un principio se inconformó con el resultado, que impugnó alegando muchas irregularidades.
Aunque Mancha ha anunciado que impugnará la decisión del TEV, se da por descontado que no prosperará su petición. Así, el próximo 10 de mayo se lanzaría la convocatoria para una nueva elección y el 30 de junio sería la elección. Se da por hecho entre el panismo que llegará a la dirigencia Guzmán Avilés.
No saldrá “Prosa aprisa”
En la Universidad Veracruzana salimos este viernes de vacaciones por una semana. Aprovecharé para atender asuntos personales familiares. Los dejaré descansar por unos días de mis comentarios. Solo que ocurriera algo extraordinario escribiría pero, como decía Duarte, aquí no pasa nada. Todo sigue igual, o peor. Mejor me tomo un descanso. |