Este 10 de mayo, miles de mujeres en el país no celebran en restaurantes, recibiendo flores y regalos, abrazos de sus hijos o de sus hijas.
Estas mujeres hoy sienten un profundo dolor por no poder estar con los suyos, desaparecidas y desaparecidos en esta vorágine de violencia en la que México ha estado sumergido desde hace ya varios años.
Con palas, caminando, cavando, preguntando, estas mujeres hoy buscan a los suyos, a las hijas y a los hijos que nunca regresaron a casa, que no saben en dónde están. Buscan en las fosas clandestinas cualquier indicio que pueda llevarles a la certeza de que es su familiar y poder darles sepultura digna.
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Siempre olvidadas, abandonadas en su búsqueda y hasta marginadas en muchos casos, las madres que hoy se agrupan en colectivos a lo largo y ancho de México, sólo quieren atención, trato digno y el apoyo institucional del Estado mexicano para poder terminar con su penosa búsqueda.
Si bien en este gobierno se ha hecho mucho por acompañarles, también es cierto que el rezago y la carencia en la búsqueda lo hace más lento y doloroso. Las más de las veces, son ellas, preguntando, quienes han dado la ubicación de las fosas clandestinas que se han encontrado en el país.
Este día de la madre, es propicio no sólo recordarlas, sino apoyarlas, visibilizando su lucha, su dolor, la poca ayuda que reciben, para lograr cuanto antes, que encuentren a los suyos y traten de seguir su vida.
Aún si así fuera, estás miles de familias rotas, este tejido social roto, es el que va perfilando una sociedad alejada de la solidaridad, del acompañamiento y de la preocupación por los demás. Ese es el verdadero reto. |