Pero no, por favor, jamás reconocer o aplaudir las payasadas del gobernador Cuitláhuac García recetando “Vitacilina” al ex gobernador Miguel Angel Yunes Linares, un medicamente que, en efecto, sirve para combatir inflamaciones e irritaciones en la piel en la misma proporción que para curar el paño que sale en la cara.
¿Quién debe usar la “Vitacilina”, el ardido de la cola o el que tiene paño en la cara?
Me hubiera gustado reseñar incluso las viviendas de grandes veracruzanos avecindados en su tiempo en nuestra capital: Antonio López de Santa Anna, Sebastián Lerdo de Tejada, Sergio Galindo, Salvador Díaz Mirón, Francisco Díaz Covarrubias, Manuel Rivera Cambas, Antonio Roa Bárcenas, Manlio Fabio Altamirano, Rafaela Murillo, Cayetano Rodríguez Beltrán, Teodoro Dehesa, Carolino Anaya, los hermanos Montiel, Heriberto Jara Corona, José Joaquín Herrera, Juan de la Luz Enríquez, Enrique C. Rébsamen, Manuel Maples Arce, Juan Manuel Martín del Campo y "Juanote", todas localizadas en el primer cuadro de nuestra capital.
Pero no por favor, leer el boletín de prensa subrayando los tacos de tripa gorda que gusta cenar Cuitláhuac García o escuchar cómo, en un remedo de “Cantinflas”, recomienda “Vitacilina” a Miguel Angel Yunes, quien en el día a día le come todas las jugadas.
Hace un rato me decían mis hijos a propósito de la “Vitacilina” que lo dicho por el gobernador en mucho les recordaba a las pastillas de “Chiquitolina” del Chapulín Colorado, el gran antihéroe a quien todo le salía mal y que por eso era célebre.
Cuitláhuac con sus ocurrencias no se pone Vitacilina, pero si pareciera toma pastillas de “Chiquitolina”.
Hoy, a cinco y medio meses del nuevo gobierno se observa que la improvisación y el chistorete son normas supremas; que la seriedad republicana es para “fifís” y que la burla es el mejor remedio para defenderse del embate opositor.
Incluso tratando justificar a Cuitláhuac o defender lo indefendible es permisible hablar de la belleza y talento histriónico de Salma Hayek, de la jarochisima Yuri, de Carlos Bonavides, vaya hasta de “Paquita la del Barrio” o Ana de la Reguera… pero no la chunga del Cuícaras, quien nos evoca en lontananza, al chamaco vestido de payaso que animaba los previos de los mítines políticos.
Con ese estilo de gobierno pareciera que hablar de Veracruz y de sus riquezas, aparte de las naturales, es blasfemia.
Lo de hoy, lo de hoy es el sketch.
Es el cinismo disfrazado de humorismo. Es la evasión de la realidad a través del montaje, el subgénero de la comicidad traducido en ley. Es la broma barata como puerta de escape ante la cascada de yerros, señalamientos de incapacidad y visos de corrupción.
Lo de hoy, lo de hoy es traer escondido bajo el brazo un cartón amarillento con una fotografía vieja que muestra que el hijo de quien critica estuvo aliado con lo más corrupto de Veracruz.
Lo de hoy, lo de hoy es sacar de su bolsillo una cajita conteniendo un tubo de “Vitacilina” pa´demostrar que el ardido es otro. Ojalá hubiera pastillas para dormir lo que resta del sexenio.
Por lo pronto ya puede dormir tranquilo el ciudadano gobernador. Cumplió su ardua tarea.
Pero, por favor no se le vaya a ocurrir asomarse a las redes o medio de comunicación no afín a su causa, porque le sucederá lo que a la bruja de Blanca Nieves, vería que ni es el más guapo, ni el más inteligente o simpático… solo la mofa de un pueblo que no gobierna.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |