Antes deberá disculparse ante el señor Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien de buena fe lo invitó a aclarar presuntos temas de nepotismo para finalmente también ser engañado.
Antes, deberán renunciar Eleazar Guerrero, así como ese emplasto maquillado, Leslie Mónica Garibo Puga, Contralora General del estado, por sumarse a la engañifa pública al sostener, sin más dicho que su palabra, que “nunca de los nuncas” encontró rastros de nepotismo en el engañabobos del gobernador.
Y antes, toda esa caterva de mentirosos, deberán responder ante la ley no solo por el tema de nepotismo, sino por un encubrimiento que esconde operaciones millonarias por el manejo irregular del presupuesto, los moches, el tema de las patrullas, las ambulancias, la parcialidad en la compra de medicinas, la autorización de obra pública por dedazo y sin licitación y por el despido ilegal de centenares de trabajadores para imponer a chairos, amlovers y pejezombies en posiciones de poder y decisión que nunca tomaron porque no sabían cómo hacerlo.
Se tiene que ir, señor gobernador, no solo porque es usted un mentiroso contumaz, sino porque no tuvo el menor empacho en exhibir a su familia al poner al descubierto los amoríos de su abuela y de paso pretender engañar a todo un pueblo con verdades a medias vía un lenguaje cantinflesco que no es una virtud de la cual se pueda ufanar.
Se debe de ir señor gobernador porque desde el arranque nunca creímos en usted y porque los dos millones de votos que entregaron los veracruzanos a Morena, fueron para López Obrador, no para usted.
Usted solo fue un daño colateral para todos los veracruzanos, quien desde que se fue por la diputación –en donde no hizo campaña ni nunca lo vimos en la calle- entendimos que el peor era mejor que Duarte y Yunes Linares, lo que nunca imaginamos es que ya gobernador no se dejara ayudar por los que sabían y que trabajarían para que no se viera como un tonto… y menos como un mentiroso.
Y cuando ya esté usted en la calle y regrese a sus actividades dancísticas y sus sabadabas, habrá de recordar que en quien más confió, su segundo de a bordo, fue quien más evidenció su ineptitud para terminar traicionándolo al voltear para otro lado al momento de que se filtraban las actas a un colega del sur de la entidad.
Un colega, señor gobernador, usted que tanto odia a los periodistas, que terminarán por ponerle el último clavo a su ataúd.
Tan fácil que hubiera sido bajarse del ladrillo, reconocer su yerro y remover a su primo hermano ya que ahora, tendrá que despedir a su primo hermano, a sus sobrinos Eleazar y Nitzia, a la Contralora, a su hermano y cuñado; a todos sus secretarios de despacho que tienen ejércitos de parientes; al infidente Eric Cisneros, e ir a la ciudad de México a presentar disculpas y su renuncia.
Tan fácil que le hubiera podido lidiar con la ingobernabilidad e inseguridad gracias a las bendiciones del Peje, pero no. Ese pinche mal carácter que lo domina, aunada a su mitomanía, dejan en serio brete al Presidente y a Morena, ya que con su salida en lo inmediato habrá que convocarse a elecciones y pues… ¿qué tal si gana el PAN de Yunes?
En fin.
Puede usted estar seguro de que cuando venga en su lugar la Nahle o Ahued, más temprano que tarde –tarde es en diciembre del próximo año- no lo extrañaremos ya que usted será para los veracruzanos un vil mentiroso.
Solo una anécdota.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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