Cierto es que la carga económica representa en estos momentos el principal tema, porque el país, primero, no está en condiciones de seguir soportando a tanto legislador, aunque los argumentos van más allá de lo que significa el presupuesto que se tiene para respaldar estos gastos, a veces considerados innecesarios, ya que también se han puesto sobre la mesa de las discusiones, el hecho de que la mayoría de los representantes populares, no cuentan con la preparación adecuada para cumplir con los requerimientos de la representación.
Y es que, de plano, son doscientos diputados plurinominales, que se suman a los trescientos que tienen una responsabilidad más directa con los ciudadanos, puesto que fueron elegidos para representar un distrito electoral, aunque ya como legislatura y parte del congreso federal, se convierten en representantes populares de todo el país, pues no se podría individualizar la función federal por cada distrito electoral.
Pero bien, el asunto se actualiza, en estos momentos, por las grandes dificultades económicas del país, pero también, por los proyectos de la cuarta transformación de reducir al máximo los gastos de la administración federal, pues ya estamos viendo como día con día se despiden a miles de trabajadores, sin que se diga nada, tan solo por el hecho de ahorrar recursos que se están aplicando a otros rubros, entre éstos, los apoyos sociales que el gobierno ha instrumentado, también, en estrategias políticas que son ampliamente discutibles.
Es tiempo, pues, de que se tome en cuenta esta reforma política o del Estado, que permita que por lo menos desaparezcan doscientos diputados y en el caso de la Cámara de Senadores, también se busque reducir la representación, que como en el caso de la Cámara de diputados, parecería que se está dando una sobre representación, que tiene, como ya hemos comentado, tientes políticos que todos saben pero que nadie ha querido aceptar como ciertos y que están provocándole un profundo hoyo a las finanzas nacionales.
Si el gobierno federal, ha estado intentado y concretando reducciones presupuestales para generar el ahorro necesario, es tiempo pues, de ver por este lado de la representación popular, donde se están gastando importantes sumas de dinero en el pago y gastos de quinientos diputados, cuando en realidad pudieran ser solamente trescientos y hasta menos, ya en casos muy críticos de la economía nacional.
Claro está que existen fundamentos de carácter político y hasta jurídico, pero en este caso, el tema podría centrarse exclusivamente en el económico y con este respaldo llevar a cabo una reforma política que excluya a por lo menos doscientos representantes populares, independientemente, como ya lo comentamos también de lo que pudiera suceder en la Cámara de Senadores, lo que también habría de influir en las cámaras locales, es decir, en los Estados de la República, donde también se ha generado este problema de la sobre representación popular.
En los Estados de la República, lo mismo que en todo el resto del país, se requiere implementar estos programas económicos, de tal manera que siguiendo el curso de lo establecido en la cuarta transformación, debería, entonces buscar la manera de evitar que en el futuro se siga sosteniendo a diputados de minoría, que en realidad, son figuras políticas que sostienen la presencia de los partidos políticos, más cuando no alcanzan los triunfos electorales.
Desde luego, que no es cuestión de enchílame una, sino de todo un proceso debidamente discutido y aprobado, así como estudiado de pies a cabeza para no incurrir en otra especie de errores, pues como ya se sabe, las que se hacen de la noche a la mañana, no dan buenos resultados y si alguien lo duda, solamente, tienen que fijarse en los recientes acontecimientos del Estado de Baja California.
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Y, ¿QUÉ PASA CON PORTILLA?
PUES, MUCHO SE HA DICHO que el titular del ORFIS, ha buscado, por todos los medios posibles, el apoyo necesario para mantenerse dentro de la institución, ahora que ya se acerca la conclusión de su responsabilidad, donde se sabe que ha realizado un buen trabajo y que pudiera, eso sí, ser la mejor carta que le ayudaría en este propósito de que sea ratificado en el puesto.
Se le acusa de hacer su luchita, pero en esto de buscar apoyo es un derecho que a todos corresponde, sin caer, desde luego, en acciones que pudieran demeritar lo que ha hecho hasta el momento.
Portilla Vázquez, es un hombre que se ha esmerado en mantener al ORFIS, dentro del marco general de aceptación, pues como bien se ha informado en algunos momentos, en que su trabajo ha sido avalado en el Estado, y hasta por la federación, tomando en cuenta que también, internacionalmente ha recibido reconocimientos que juegan un papel, en estos momentos, importante, a la hora de que se decida si debe salir del organismo o bien dejar el espacio para que otro profesional, se haga cargo.
Necesariamente, el trabajo, la sucesión en el mismo, la aspiración de muchos y la aprobación en el congreso, como en la titularidad del poder ejecutivo, son marcos referenciales, para una valoración general que lo pondría nuevamente, a partir del mes de octubre, frente al órgano fiscalizador.
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¿Y QUÉ, NO SE ENTIENDE?
SIN DEFENDER A NADIE, porque no es el propósito de quien esto escribe, pero es justo aclarar, porque entre muchos veracruzanos, se está dando una especie de confusiones a enterarse del pleito que trae ocupados, tanto al Fiscal del Estado, como al propio Gobernador de la entidad, donde cada uno se echa la culpa de lo que está pasando en Veracruz, que cada una de estas instancias tiene sus propias funciones.
La responsabilidad del Poder Ejecutivo, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, es garantizar la tranquilidad del pueblo veracruzano, ejerciendo funciones preventivas en la comisión de los delitos, mientras que la Fiscalía General del Estado, tiene, entre otras funciones, perseguir a quienes han delinquido para ponerlas a disposición de un juez competente.
Si las instancias mencionadas se coordinaran en este trabajo, seguramente que los veracruzanos, en lo general, se los agradecería, porque mientras se sigan enfrentando, por razones de su competencia, el Estado, se convierte, como ya se ha dicho permanentemente, en tierra de nadie, donde lo más graves es que se ponga en riesgo la gobernabilidad.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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