Por ejemplo, en el caso de los conductores particulares, cuando alguien les marca la direccional para incorporarse a su carril, en lugar de ceder el paso, acelera. Tal pareciera que ese foco parpadeante significa “¡mete el acelerador que te gana!”
Lo más absurdo es cuando los conductores se paran para ceder el paso al peatón y nunca falta el que viene detrás y rebasa, todo con tal de pasar antes. Es el clásico que piensa que los peatones nunca se atraviesan por su camino.
¿O qué tal cuando los vehículos se quedan sobre las rayas peatonales o sobre las isletas para resguardar al transeúnte?
Por si fuera poco, los choferes que suben pasaje (algunos, no todos) ni siquiera se orillan, hacen parada en el carril de conducción, no sea que después tarden en incorporarse. Y es verdad, tardan en hacerlo pues son pocos los conductores que ceden el lugar a un autobús… lo primero que hacen es acelerar para adelantarse.
Pero no solo conductores tienen acciones absurdas, los peatones tienen lo suyo. Por ejemplo, siempre me he preguntado: ¿Por qué cuando un auto se está estacionando, los peatones pasan precisamente detrás del vehículo? Esta pregunta pareciera tan simple como la de los perros que siguen las llantas, sin embargo hay algo más, la conducta indiferente del peatón, pues si lo atropellan, la culpa por principio es del conductor.
Hoy en día esa indiferencia al caminar se profundiza con el uso del celular y peor aún, con los audífonos, pues cada vez más es más común ver jóvenes cruzar las calles sin voltear de manera mínima para divisar si viene automóvil.
Mención aparte merece la cultura peatonal, pues en lugar de cruzar por las esquinas, muchas veces se cruza en cualquier lugar de la cuadra ¡y hasta en diagonal!
Ahora que si se trata de juntar historias de conductores y peatones, muy absurdo me parece cuando en una vía de dos carriles, un conductor hace alto total y cede el paso a un peatón, mientras el otro se sigue de largo. Al final, en el transcurso de la circulacuón, los dos acaban en el mismo punto, en su respectivo carril, pareciera que no hubo nada que impidiera que los dos compartieran el mismo tiempo y espacio. Pero sí, si hay una diferencia, un conductor fue apático e indiferente, mientras el otro actuó con educación y cultura vial… algo que falta demasiado en estos días.
Ahora que está muy de moda la transformación y el cambio, bueno sería empezar por esas pequeñas cosas que hacemos como conductores o peatones.
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