Cuitláhuac vio el cielo abierto y sin comprobar la información le pasó el chisme a su jefe el Presidente. Este la soltó así como le llegó desde el púlpito de su conferencia mañanera, fustigó a la FGE y pidió a la Fiscalía General de la República que investigara a la dependencia estatal.
Pero cuando la FGE aclaró que la detención y liberación de La Loca había corrido a cargo precisamente de la Fiscalía General de la República, López Obrador supo que su pelele favorito lo había engañado como se engaña a un niño.
El cuento de La Loca o salió de la Secretaría de Gobierno a cargo de Eric Cisneros, o de la Secretaría de Seguridad Pública cuyo titular es Hugo Gutiérrez Maldonado. El problema es que ninguno de los dos inútiles corroboró la especie y empinaron a Cuitláhuac con el Presidente, que a su vez hizo el ridículo de costa a costa y más allá de nuestras fronteras.
¿Qué sigue ahora?
Que Cuitláhuac se vaya, no hay de otra. La violencia e inseguridad en estos ochos meses han crecido más allá de toda proporción y ya son más que suficientes sus yerros, pifias y lamentables desatinos.
El periodista Rayundo Riva Palacio escribe hoy: “Cuitláhuac García, el gobernador de Veracruz, no es más torpe porque el día no tiene más horas, ni luce más ignorante porque prefiere guardar silencio. Su desgracia es que encabeza el estado más violento del país, y la desgracia (para Veracruz) es que es protegido del presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Por su parte Carlos Marín que en el programa televisivo Con los de Enfrente había dicho: “Yo creo que la loca, la loca, es la incomprensible gubernatura de un incapaz personaje llamado Cuitláhuac García” agrega en su columna de este jueves:
“La mayor matanza en el actual sexenio sucedió antenoche en Veracruz, cuyo gobernador volvió a demostrar que no tiene la menor idea de su responsabilidad por estar enfrascado en un insensato pleito político con el fiscal estatal, Jorge Winckler. Parece bastarle la confianza y los inmerecidos espaldarazos del Presidente de la República para desentenderse de sus obligaciones”.
Riva Palacio remata: “Cuitláhuac García se ha convertido en un lastre para López Obrador y lo está arrastrando políticamente. Tiene que sacudírselo. Ese pie con gangrena le va a subir por el cuerpo a menos que se lo corte. Tener un pelele en un estado problemático no le funcionó, pero es mejor pagar el costo que el Congreso, dominado por Morena, lo lleve a juicio político y lo destituya, a que siga contaminando la cruzada de López Obrador”.
Quizá no haya necesidad de pasar por un juicio político, sería rudeza innecesaria para un sujeto falto de inteligencia pero sobrado de buena voluntad. Con que pida un permiso por tiempo indefinido al Congreso bastará y sobrará.
Pero eso sí, tiene que irse ya, junto con el par de tóxicos y corrosivos Eric Cisneros y Hugo Gutiérrez a los que sí deben promoverles juicio político.
Con esto no bajará la violencia, pero se despresurizará la olla de ira social que está a punto de reventar.
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