Esta vez el gobernador no posteó nada, pero el Gobierno del Estado envió un comunicado: “En la actual administración no hay cabida para la impunidad, por eso daremos con los responsables”.
Y mientras gobierno y gobernador luchan con denuedo contra la impunidad, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dio a conocer que de enero a septiembre han ocurrido en Veracruz 140 feminicidios y 246 secuestros que mantienen a la entidad en primer lugar nacional en ambos rubros.
La dependencia indicó que en agosto hubo 11 feminicidios contra 15 perpetrados en septiembre, por lo que el porcentaje aumentó en un 36.3 por ciento. En el caso de los secuestros hubo 18 en agosto y 28 en septiembre por lo que la incidencia aumentó en un 55.5 por ciento.
Y sigue la pesadilla de la mano de la impunidad.
Este lunes fue encontrado el cadáver de un taxista de Xalapa reportado como desaparecido 24 horas antes. Se llamaba Edgar Aurelio N; su cuerpo fue localizado en un paraje de Tlalnehuayocan y del taxi no se sabe nada. En Las Choapas José Luis N, empleado de una refresquera fue asesinado de un balazo por unos sujetos que robaron la moto en que viajaba. Iván N, pasante de la carrera de Derecho que había sido levantado hace seis días en Xalapa, fue encontrado en una barranca de Xico. Su cuerpo estaba desnudo y con huellas de tortura.
¿Hay detenidos? ¡No hombre, qué va! ¿Por qué? Pues por la pinche impunidad.
La impunidad y la violencia no se acabarán con dogmas de fe ni con discursos mal entonados. Por mucho que los digan desde Palacio Nacional y los repitan como tarabilla desde el Palacio de Gobierno de este sufrido y vapuleado Veracruz.
Para abatirla se necesitan inteligencia, acción y voluntad, pero con nada de eso cuentan en el gobierno federal y mucho menos a nivel estatal.
El sepelio de un héroe
Este sábado fue enterrado un héroe en la comunidad Loma de Caballo municipio de Tierra Blanca. Se llamaba Alfredo González Muñoz y fue el único soldado muerto en el enfrentamiento del jueves en Culiacán entre elementos del Ejército contra delincuentes.
Alfredo no llegó a los 26 años; era padre de dos hijos de 5 y 7 años además de sostén de su madre, su abuela y sus hermanas. Según sus familiares Alfredo amaba su profesión a la que le entregó su vida.
El joven soldado acató las ordenes que le dieron y murió en cumplimiento de su deber cobijado por la admiración de sus compañeros de armas, de sus familiares y amigos. Y para vergüenza de un gobierno que implementó un operativo condenado desde su inicio al más rotundo y ridículo fracaso.
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