Mal hace el convicto ex gobernador en querer cargarle el muerto sólo a Yunes Linares cuando entre los tres llevaron a Veracruz al colapso social, económico, político y moral más grande de su historia y del que tardará generaciones en levantarse.
Al acusar a Miguel Ángel de desviar recursos públicos para la campaña de su hijo habló con la verdad; pero mañosamente se abstuvo de contar el chisme completo, porque Fidel también desvió recursos para la campaña del propio Duarte y Duarte desvió recursos para la campaña de Héctor Yunes.
Ninguno de los tres está libre de culpa, por lo que se ve muy mal que Javier quiera aventar cínicamente la primera piedra.
La entrevista fue la contestación a unas declaraciones que hizo la víspera Yunes Linares, donde manifestó que existe un pacto entre el presidente López Obrador y el grupo de Javier Duarte, para devolverle a éste los bienes que le incautaron.
Duarte despotricó contra su sucesor, pero nunca dijo si hay pacto o no. Lo que sí hay y eso hasta por sabido se calla, es la complacencia de allá arriba para que el ex gobernador utilice sus redes sociales, conceda entrevistas y escriba artículos periodísticos. Y en este país nadie que no sea el presidente de la República puede dar ese permiso a un reo.
Duarte dice que tiene audios de las extorsiones que cometió Miguel Ángel con varios de sus ex colaboradores. Y aunque no los tuviera, nadie duda que el choleño es un extorsionador. Como tampoco nadie duda que Duarte es el más grande hampón en la historia reciente de Veracruz.
Es decir, uno es un fullero y el otro un ladrón, luego entonces, pertenecen a la misma especie.
Y aunque no se pueden ver ni en pintura y se odian hasta el tuétano, ambos saben que sus latrocinios, corruptelas y abusos los igualan. Y al igualarse se hermanan.
Caray, quién lo dijera.
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