Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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¡FGB, a 19 años!
2019-10-31

“¡Sabia virtud de conocer el tiempo!”


Quienes de verdad conocimos vida y obra de Fernando Gutiérrez Barrios no tenemos la menor duda de que cuando los “Caletri” lo secuestraron en la víspera navideña aquel 1997, la acción respondía a un “secuestro de estado”.


Lo mismo sucedió cuando tres años después, un 30 de octubre del 2000, cuando “Médica Sur” da a conocer la muerte del llamado “Hombre Leyenda” de un infarto al miocardio… ¿Acaso un crimen de estado?


Un día se sabrá la verdad.


Hoy por lo pronto en el imaginario colectivo perviven hechos y recuerdos de quien ayer cumplió 19 de muerto en medio de la apatía oficial, la discreción familiar y ese afán de un minúsculo grupo de ex colaboradores de apropiarse del legado de quien sirvió a las instituciones por más de 40 años.


Sabia virtud de conocer el tiempo escribió en su carta renuncia Fernando Gutiérrez Barrios a la titularidad de la Secretaría de Gobernación, evocando la famosa frase de Renato Leduc, aquel 4 de enero de 1993, año en que se decidía el futuro sexenal de la República.


Simplemente el hombre del equilibrio, el centinela de la República, el hombre mejor informado de México, por su actividad de guardián de la seguridad nacional, la institución encarnada en un hombre, al que se ha considerado el “Hombre Leyenda”, era separado de su cargo por razones políticas, de ambiciones personales, más que por razones de estado.


Esa mala decisión presidencial, habría de dar lugar a una cascada de eventos inéditos en la historia de México, al romperse el equilibrio de manera por demás inconsecuente e insensata.


Es a partir de entonces cuando cobraría carta de naturalización la insurgencia zapatista y se sucederían hechos inéditos como el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio y el crimen de José Francisco Ruiz Massieu.


Se desmoronaba la república y hasta entonces entenderíamos con justeza el significado de la “sabia virtud de conocer el tiempo”.


Hoy, a 19 años de su muerte, evocar a Fernando Gutiérrez Barrios es reabrir la página del México del tercer milenio.


Es asomarse a lo que desde el último tercio del siglo pasado, este honorable caballero de la política avizoró como una nueva época que pondría fin a la era del poder vertical ante la incredulidad e ingenuidad de muchos políticos pragmáticos que sólo lo entendieron hasta que en los hechos se dio la alternancia en el poder.


A don Fernando se le recuerda por sus cualidades humanas, como un hombre de estado que sirvió con desinterés a la patria. Un hombre a quien hay que tener presente por sus enseñanzas, no por el ocultamiento oficial del homenaje público.


A don Fernando lo recordamos ya gobernador a quien solo le bastaron dos años para consolidar la gobernabilidad sin trampas, sin mentiras, sin quimeras, ni raterías o venganzas y con un absoluto respeto a la palabra empeñada, hoy en desuso.


Y si bien llegaron los tiempos de la alternancia, la pluralidad y la participación ciudadana al más alto nivel en los puestos de elección popular, es tiempo también de no perderse en confusiones ideológicas ni revanchas políticas.


No podemos permitir el regreso del populismo, ni las alianzas insanas con los criminales.


Tampoco está en disputa si somos o no una sociedad representativa o participativa, eso está bien definido en nuestra carta suprema.


No es con consultas ciudadanas a mano alzada como se resuelven nuestros problemas. No se puede alterar el respeto a la norma y el mandato supremo. No se puede virar a la izquierda o al socialismo al gusto del gobernante, como tampoco condescender con los Cárteles de la criminalidad.


La ciudadanía está dando paso a las nuevas corrientes de opinión y participación gubernamental, pero no permitamos el abuso de poder, menos el autoritarismo, ni las nuevas formas de corrupción y nepotismo.


Son tiempos de la unidad y cambio pero con respeto a la voluntad de las mayorías.


Tiempo al tiempo.


 


*El autor es Premio Nacional de Periodismo


 

 
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