Tal como lo revelé desde principios de la semana pasada, en este mismo espacio, Trump pidió que Evo Morales saliera de México a cambio de detener el nombramiento de cárteles mexicanos como terroristas. Al Gobierno de López Obrador no le quedó de otra, y a regañadientes, accedió.
“La verdad de las cosas es que Evo se enojó mucho cuando supo que no podíamos sostenerlo mas aquí. Y no era para menos, todo su plan tenía que modificarse. Políticamente hablando, no se comunicaba lo mismo desde México que en Argentina. Evo hizo un gran coraje”, me dijo una fuente cercana al caso.
Por eso Morales se fue así: de manera abrupta, de un día para otro. Me comentan que el plan nunca fue que “nos abandonara” tan rápido, incluso estaban programados más encuentros con estudiantes, entrevistas en medios y homenajes. Todo se cayó. Evo se molestó y partió rápidamente a Cuba.
De hecho, antes de partir, al único que agradeció fue a su amigo López Obrador, aunque no comulgara con la decisión que tomó de ceder ante Trump. “Evo en México no será lo mismo que Evo en Argentina, sobre todo por el plan que trae de regresar al poder, Evo quería cuando menos 6 meses en México”, me afirmaron fuentes bien enteradas.
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