Hoy vemos calles vacías, espacios públicos y centros de diversión sin gente, oficinas con pocos empleados, compras de pánico, desabasto de productos, rumores catastrofistas, actitudes y acciones irresponsables y también muchas personas que sí toman en serio el problema que ha afectado no sólo la salud de los humanos, sino la economía mundial.
Según López Obrador, en México no hay por qué preocuparse. Una parte de los mexicanos le cree o desea creerle. Otra considera que el presidente y el gobierno no están preparados para la espantosa epidemia que nos azota, que se nos oculta información y que existen más casos positivos de los que oficialmente se reconocen.
Los infaltables rumorólogos no han resistido la tentación de dar vuelo a la imaginación y sueltan hipótesis fantasiosas en redes sociales y otros medios. Por ejemplo:
--Que lo predijo Nostradamus hace casi 500 años.
--Que Estados Unidos creó el virus para perjudicar y frenar a China porque va derechito a convertirse en la primera potencia mundial.
--Que los chinos crearon el coronavirus y también la vacuna. Así infectan a los demás países y con el antídoto en su poder, terminan por dominar el orbe.
--Que se trata de un diabólico y estratégico plan maquinado por los poderosos para diezmar la creciente población mundial, porque ya somos muchos, más de 7 mil millones.
En conclusión, opino que esta pandemia, que flagela por igual a pobres y ricos, impactará en la economía global, acabará con millones de mujeres y hombres, disminuirá de manera importante el número de habitantes del planeta… y al final será controlada. |