Es un hecho que se ha reducido drásticamente la presencia de personas en las calles, en restaurantes y centros comerciales y en espacios públicos. En buena medida, por las medidas tomadas por la propia sociedad civil desde hace al menos dos semanas, mientras el Presidente de la República seguía pidiendo a la gente salir, abrazarse y besarse y los gobiernos federal y varios estatales –particularmente, los surgidos de Morena- se negaban a parar actividades no sustantivas.
Empero, en lugar de concurrir a los lugares antes enunciados –la mayoría cerrados incluso por disposición de las autoridades, como los bares y centros de espectáculos y diversión-, una buena cantidad de personas ha optado por reuniones en domicilios particulares, así como por buscar trasladarse a playas que inexplicablemente siguen abiertas, como las de Veracruz-Boca del Río, por citar algunas.
A la irresponsabilidad mostrada por distintas autoridades al principio de esta pandemia hay que sumar, y con un acento especial, la de las personas que por diferentes circunstancias creen que están a salvo o exentas de sufrir las consecuencias de un contagio del Covid-19 y que, por ello, consideran que es una exageración el confinamiento al que se está ajustando la mayoría.
Desde la creencia estúpida de que el coronavirus no existe y la actual emergencia mundial es parte de una “conspiración” de quienes buscan imponer el “nuevo orden”; pasando por los que desdeñan su letalidad con base en las cifras que, ciertamente, muestran que en comparación con la población total el número de decesos es “bajo”; hasta los que afirman que su aparente buen estado de salud les permitirá “librarla”; todos ellos ponen en peligro a la población que sí ha tomado las medidas pertinentes para evitar, en la medida de lo posible, contaminarse con el virus.
¿De qué sirve que un adulto mayor o una persona con una enfermedad crónica o con defensas bajas se aíslen en sus casas, si a sus nietos, hijos, hermanos, sobrinos o hasta padres les valen gorro las recomendaciones y adquieren el virus? En efecto: de nada. Y lo más seguro es que las contagien y muchas de ellas mueran.
No todo es culpa u obligación del gobierno. La co-irresponsabilidad puede tener consecuencias inenarrables. Si no lo entendemos ahora, después lo vamos a lamentar. Quizás sin remedio.
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