Bajo estas consideraciones y antecedentes, cobran sentido las proyecciones que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, compartió recientemente con una agencia informativa internacional y en las cuales estima que el total de muertes por Covid-19 en México podría alcanzar hasta las ocho mil en la etapa más complicada, ya que los contagios se multiplicarán de manera exponencial.
Esto significa – de acuerdo con el funcionario- que llegarían a enfermar presentando síntomas unas 250 mil personas, aunque el número de contagios asintomáticos es impredecible. Y que de éstas, el número de las que necesitarán atención médica de urgencia, en terapia intensiva y con la inversión de recursos de medicina crítica que ello implica –ventiladores, aislamiento hospitalario, camas equipadas, etc.-, superaría las diez mil.
Hablar de hasta ocho mil muertos en dos meses es una verdadera tragedia, solo comparable con la de los fallecimientos a causa de la violencia y que en términos reales, sobre el mismo periodo de tiempo, incluso la supera en letalidad.
Por ello es que resulta incomprensible que a estas alturas, todavía haya quien se niegue a seguir las indicaciones sobre el aislamiento social –porque no se ha ordenado una verdadera cuarentena- y ande como si nada en cafés, restaurantes, paseando en parques. Y sin medida alguna de protección, por si no fuese ya bastante. Obvio, no hablamos de quien obligadamente debe salir a buscar el sustento diario, a aprovisionarse de víveres o a atender a los enfermos.
En ese grupo de inconscientes sí podemos señalar a quienes creen que por su edad y condición de salud son casi inmunes a la enfermedad y que si se contagian, no tendrán problema alguno para recuperarse. Pero lo que parecen ignorar es que se han registrado varios casos de personas con esas características, jóvenes y saludables, que no resistieron el embate del coronavirus y murieron.
Los peores de todos son los que, por ignorancia, prejuicios o manipulación, juran que la Covid-19 no existe y que la emergencia y la reclusión necesaria es parte de un plan malévolo de los “illuminatis reptilianos” para colocar chips en los seres humanos a través de las vacunas y controlar sus mentes, entre otras delirantes teorías de la conspiración en boga.
Por culpa de esa caterva de idiotas, es que habrá todavía más muertes.
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