Las propias áreas políticas de la Secretaría de Gobierno, la de educación, de la Junta de Coordinación Política del Congreso y el círculo cercano al propio gobernador, estiman la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados local compuesta por 50 legisladores.
Hay distritos electorales donde les va a resultar punto más que imposible remontar la derrota en las urnas debido al rechazo de los enclaves caciquiles, el regreso del priismo a su partido ante el incumplimiento de Morena y el enojo ciudadano.
A ello se suma el prácticamente nulo respaldo que le representará una eventual alianza con el Partido Verde, hoy más preocupado por no perder su registro debido al cero respaldo ciudadano (solo posee 1.1% de la preferencia ciudadana).
Queda asimismo comprobado que desde las últimas dos elecciones los paradigmas tradicionales de la compra del voto, el voto corporativo y las cuotas de poder pasaron a la historia.
Hoy la ciudadanía es la que decide.
Acaso por ello la urgencia de Morena de inhibir el sufragio. Que la gente no salga a votar es la consigna de Morena en caída vertical a dos años del triunfo.
No se cumplieron las expectativas y al sumarse la corrupción y el nepotismo se desplomó la credibilidad entre amplios sectores ciudadanos, particularmente las clases desposeídas y, la media, arrolladas por la Cuarta Transformación.
En la oficina de Eric Cisneros, principal operador electoral para el 2021, se tienen datos precisos de como se ha venido gestado a lo largo de los últimos 18 meses, una efervescencia ciudadana contraria a la intención de Morena de preservar y detentar la tercera reserva electoral.
Más aun luego de comprobar lo adelantado por la oposición partidaria en el sentido de que están ganando terreno y que las posibles alianzas y ante el advenimiento de nuevos partidos políticos, el voto se va a pulverizar.
Y si en el terreno legislativo el escenario no pinta nada bien, para las municipales -Morena detenta actualmente 17 alcaldías- se prevé no alcanzar arriba de 40.
Nada bien cayó al gobernador enterarse lo que en modo alguno sabía en el sentido de que “El Colegio de Especialistas en Demoscopía y Encuestas” (CEDE), que aglutina a las casas encuestadoras más importantes del país, muestran que mientras el 44.4% del electorado se mantiene “indefinido”, Morena cayó al 18.6%.
Ello en tanto que el PRI subió al 16.3% -muy cercano al partido en el poder-, mientras el PAN el 13.9% y el PRD 3.2% suman importante número de intención de voto opositor.
Y para quienes piensan que falta mucho para la jornada electoral del 5 de junio del año próximo mas vale que lo piensen dos veces ya que los suspirantes de todos los partidos ya se están colocando en la línea de arranque.
Los de Morena ya encaramados exigen, por supuesto, mantenerse en el poder y los que están haciendo fila impedir a toda costa que sea por sorteo el proceso de selección.
Reclaman el dedazo.
De ahí la división que encabeza el propio Delegado Federal Manuel Huerta Ladrón de Guevara decidido a aventar al barranco a su fiero enemigo, Cuitláhuac García.
Acaso la ventaja -tal vez esperanza para Morena- es que regrese al redil ese 44% de “indefinidos” que hoy registran los estudios demoscópicos. Sin embargo, faltan once meses para ir a las urnas y está demostrado que la ciudadanía ya piensa y participa y no precisamente por Morena.
Y es que, así como salió a votar de manera abrumadora el primero de julio del 2018 en contra de la corrupción, el fenómeno se podría repetir máxime que el nombre de Andrés Manuel López Obrador ya no aparecerá en la boleta.
Se prevé pues, que para la elección del año próximo, más que las siglas se vote por los hombres, su prestigio y por su carrera política. En segundo término, contarán las alianzas partidistas de tal suerte que si la oposición se une, la derrota para Morena será aplastante.
Tiempo al tiempo.
El autor es Premio Nacional de Periodismo |