Mucho se ha hablado del nuevo modelo educativo que el gobierno federal estará implementando en el nuevo ciclo escolar, pero pocas cosas han quedado claras en realidad. Y es que más allá de lo compleja que es la situación, debido a la pandemia y las carencias propias del país, el gobierno no previó con tiempo suficiente las circunstancias que vivimos, y ahora tienen encima el regreso a clases.

En resumen, el modelo anunciado comprende que se impartirán las clases por medio de la televisión y la radio, mediante un “convenio social” con las televisoras con mayor presencia en el país, transmitiendo el contenido de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en ciertos canales públicos y privados las 24 horas del día, los siete días de la semana. Haciendo cálculos, esto costará a la federación 381 millones de pesos por los gastos de operación, pues por cada alumno inscrito en el Sistema Educativo Nacional se cobrarán 15 pesos. Esto, contemplando que dichos servicios serán ocupados del 24 de agosto al 18 de diciembre del año en curso.

Ahora bien, respecto a las dudas que ello ha generado, son varias. Por un lado, está la participación de los padres de familia en esto: ¿qué deben hacer?, ¿cómo pueden ellos ayudar a que sus niños pongan atención a las clases?, ¿deberán fungir como docentes de alguna manera? y, ¿qué les garantiza que este sistema realmente eduque y no adoctrine? De la misma manera, los docentes se han manifestado en contra de dicho modelo, pues no especifica cuál será la función que ellos tendrán en este, además de que denuncian que no existe interacción alguna con los alumnos, lo que reduce significativamente el impacto de aprendizaje en los estudiantes.

Si bien el acierto radica en que la cobertura es amplia y se buscó que todos tuvieran el acceso a las clases, la calidad de las mismas se ve mermada drásticamente con este nuevo sistema. De ahí la preocupación de padres de familia y maestros, pues advierten que los niños y jóvenes no aprenderán realmente, sino que sólo serán oyentes de una ponencia en la televisión y la radio. A esto debemos sumarle el hecho de que, aunque según datos del INEGI del 2019, el 92.5 por ciento de la población tiene un televisor, hay zonas en donde no cuentan con los servicios básicos como la electricidad, aunando también las zonas serranas y comunidades indígenas que, evidentemente, no cuentan con la accesibilidad necesaria para este modelo.

En conclusión, el mal manejo de la pandemia por parte del gobierno está ahora afectando al ya lastimado sistema educativo del país, pues la errada visión del impacto que el covid-19 ha tenido y tendrá en México les impidió generar modelos efectivos en los ámbitos de salud, economía y ahora de educación para combatir los estragos ocasionados por esta enfermedad. Teniendo como mínimo 4 meses de anticipación para prepararse, han preferido sostener la idea de que «ya pasó lo peor» durante todo este tiempo, mientras los contagios, las muertes y las crisis son cada vez mayores. Pero, a final de cuentas, de todo se aprende y los resultados de este gobierno nos están dejando varias lecciones, nos toca a nosotros asimilarlas.

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