¿Pensarán lo mismo los familiares de los más de 60 mil mexicanos y mexicanas muertos, muchos de los cuales ni siquiera alcanzaron a llegar a un centro de salud porque desde un principio les negaron incluso hacerles la prueba, ya que no estaban lo suficientemente graves como para gastar en ellos más que una caja de paracetamol? ¿Puede hablarse de éxito cuando muere uno de cada tres pacientes de covid-19 internados en un nosocomio público?
De manera por demás ruin, el gobierno de la “4t” ha buscado echarle la culpa a la población del país de lo que las propias autoridades se encargaron de propiciar por su manejo político de la emergencia. No hay que olvidar que el confinamiento se decretó hasta que los contagios comenzaron a acelerarse, cuando bien se pudo prevenir y hasta contener su expansión temprana. Pero era más importante que el presidente siguiera en campaña permanente.
Y todavía peor, en lugar de explorar alternativas para evitar que el sector productivo del país se desfondara –incluida la del endeudamiento, a la que miles de personas sí tuvieron que recurrir para no morir de hambre-, el lopezobradorismo decidió lanzar a la gente a la calle a enfrentar una “nueva normalidad” que, en los hechos, ha provocado el mayor volumen de muertes de la contingencia sanitaria en México. Literalmente, se mandó a la población a jugarse la vida en una ruleta rusa en la que ni siquiera se nota cuando se aprieta el gatillo.
No puede soslayarse que muchas personas hicieron caso omiso de cualquier tipo de recomendación y en su irresponsabilidad contribuyeron a la propagación del virus. Ya fuera por ignorancia, por estupidez o por ese complejo de hacerse el “macho” y desafiar la enfermedad. Claro, hasta que un conocido, un amigo o un pariente se convertían en víctimas. Los malos ejemplos desde el poder también cundieron y son de sobra conocidos.
En el rosario de justificaciones, los (i) responsables de la “estrategia” culpan ahora a la mala alimentación y a la mala salud de los mexicanos de haber llevado al “escenario catastrófico” de los 60 mil muertos por la pandemia, de los cuales más de tres mil corresponden al estado de Veracruz. Como si se acabaran de enterar de esas condiciones que nunca se preocuparon por atender antes de la emergencia.
Tal cual es su costumbre, el lopezobradorismo se lava las manos e intenta cargar en los hombros de los demás sus propias miserias. Olvidan que el poder no dura para siempre, que tarde que temprano las cuentas se terminan rindiendo.
Y todos esos muertos los perseguirán para siempre.
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