La cuarta reforma era más o menos bien vistas porque se trataba de que los alcaldes de Veracruz regresaran a mandar tres años y no cuatro, y eso implicaba que, de acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (que sin embargo nos rige) pudiera reelegirse por un periodo más. Pero no.
Como es la divisa de la casa, los colaboradores de Cuitla hicieron mal las cosas, y lo que pudieron pasar a nivel estatal no aguantó la prueba del añejo en la Corte Suprema, hasta donde llegaron las quejas legales de varios partidos, y los magistrados le dieron para atrás.
Esto quiere decir que el OPLE volverá a tener consejos municipales, con lo que las elecciones ganarán en eficiencia, seguridad y control.
Eso quiere decir también que los partidos nacionales tendrán más dinerito para promover a sus candidatos en 2021 (y también, por analogía, los recientes partidos estatales seguramente rescatarán los recortes que les hicieron en sus prerrogativas de los últimos tres meses).
Y eso quiere decir que el Cuitla tendrá que ponerse las pilas y empezar a gobernar mejor, si eso fuera posible, para que la ciudadanía no le vaya a pedir que se retire de plano del puesto, si se termina por hacer la consulta sobre la revocación del mandato del joven ingeniero mecánico electricista que se metió de Gobernador sin saber el oficio y sin vocación.
Todo lo hacen mal. Todo les sale mal.
La SCJN ha dado un pasito en la recuperación de su prestigio, al revocar una reforma que a todas luces había sido hecha a la medida para que los morrenos se sirvieran con la cuchara grande.
Y ahora ya no van a poder…
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