Por fuera parece sólo un galerón con puerta de acero en color café, pero el inmueble ubicado sobre la carretera estatal 17, que llega de Tula al centro de este pueblo, es una bodega a la que el presidente municipal, Juan Pedro Cruz Frías, llamó “corralón” para guardar combustible decomisado.
El funcionario municipal reveló que ese “corralón” es de la Procuraduría General de la República (actualmente Fiscalía General de la República) y que es operado por el director de protección civil del municipio, Ángel Barañano Guerrero, a petición de la dependencia federal.
Pobladores aseguraron que vehículos oficiales del ayuntamiento surten combustible en esa bodega.
Ante ese señalamiento, el alcalde respondió: “Si alguien tiene pruebas, los invito a que presenten la denuncia”.
Cruz Frías aseguró que cuando el combustible se acumula, pipas de Pemex lo llevan a la refinería de Tula.
La ordeña de ductos en este municipio comenzó hace siete años. Es de consumo doméstico. Se vende usando analogías para despistar: “¿tienes agua?”. La despachan dentro de casas particulares con riguroso santo y seña, solamente a gente de confianza y de preferencia amparados por las horas de la noche.
Alcaldía administra huachicol
El alcalde de Tlahuelilpan dice que Protección Civil acordó con la Procuraduría cuidarla; “Pemex se lleva a refinería lo decomisado”.
El galerón de paredes de tabicón con una enorme puerta de acero pintada de color café, sobre la carretera estatal 17, que llega de Tula al centro de este pueblo, pasa desapercibido. Ahí, el gobierno municipal de Tlahuelilpan opera una bodega de combustible decomisado a huachicoleros.
No hay una sola señal de que ese inmueble, construido sobre tierras ejidales, sea gubernamental. Desde dentro se escucha el ladrido de varios perros que sirven como vigilantes y en lo más alto de uno de los muros laterales de tabicón se asoma el lomo de algún enorme tanque de acero inoxidable.
Aunque es conocida la existencia y operación de ese almacén, no hay transparencia de su existencia y manejo, pareciera “clandestino”.
Excélsior consultó a Juan Pedro Cruz Frías, presidente municipal de Tlahuelilpan, sobre este tema. Aceptó que es una bodega, que llamó “corralón”, para guardar combustible decomisado. Que la opera el director de protección civil del municipio, Ángel Barañano Guerrero.
Reveló que la bodega es de la Procuraduría General de la República, actualmente Fiscalía General de la República, y que cuando el huachicol es mucho llegan hasta el lugar pipas de Pemex y se llevan a la refinería de Tula el producto que había sido producto de un robo.
Excélsior también obtuvo versiones de que algunos autos oficiales del ayuntamiento de Tlahuelilpan surten combustible en ese sitio, aunque a los responsables de conducir esos vehículos del gobierno municipal les entregue con cierta periodicidad vales para abastecer a esas unidades de gasolina en estaciones de servicio formales.
Una fotografía de mayo de 2018, obtenida en Google Maps, muestra tres vehículos estacionados frente a ese almacén, al menos dos de ellos son oficiales, al parecer del cuerpo de bomberos.
Enfrente de ese almacén de huachicol está la empresa Mecánica Industrial CRUDZ, especializada en “mecánica de presición (sic) generación, bombeo. Trituración y maquinados industriales”, según se lee en una de las paredes del negocio que exhibe una enorme piedra blanca.
Ese negocio es del presidente municipal de este lugar, Juan Pedro Cruz Frías, que inició su mandato el 6 de septiembre de 2016 y que este año tendría que dejar el cargo.
Sobre la supuesta recarga de gasolina a los vehículos del ayuntamiento, Cruz Frías dijo: “Si alguien tiene pruebas, los invito a que presenten la denuncia”.
La ordeña de ductos de Pemex en el territorio de este municipio comenzó hace siete años. Es de consumo doméstico. Se vende usando analogías para despistar “¿tienes agua?”; la despachan dentro de casas particulares con riguroso santo y seña solamente a gente de confianza y de preferencia amparados por las horas de la noche.
Personas que conocen el teje y maneje del huachicoleo en este municipio, de apenas 21 mil habitantes, acompañaron a Excélsior en un recorrido por calles de las colonias Cerro de la Cruz y Cuauhtémoc, donde están los principales centros de venta de gasolina robada. Pero también el negocio de drogas.
Sobre la carretera municipal número 30, que conecta a las distintas colonias de este municipio y que conduce a Tlaxcoapan, hay decenas de entradas a los ejidos cultivados de alfalfa y maíz. Aunque también han servido para poder llegar de forma fácil hasta las tuberías de Pemex que cíclicamente han sido ordeñadas.
Para el registro puntual del dicho de Cruz, se citan sus palabras al preguntarle sobre el almacén que está frente a su negocio particular:
“Derivado de todos los sucesos que se han ocurrido en la zona y del percance que tuvo la Procuraduría General de la República en un incendio que tuvo en un corralón en Tula, ellos no tienen las condiciones para guardar hidrocarburos, así es que le solicitaron el apoyo a mi director de Protección Civil para que les ayudara en el manejo del decomiso de los combustibles.
Esa bodega que usted ve enfrente (de mi negocio) es un corralón donde llega todo el combustible de las puestas a disposición ante la PGR. Entonces, cuando se acumula el combustible llegan pipas de Pemex, las cargan y se los llevan nuevamente a la refinería. Ésa es la función de esa bodega”.
—¿A cargo de quién está?
—Te lo dije hace un rato: le pidieron el apoyo a mi director de protección civil, Ángel Barañano Guerrero. Así es. Él es el que dirige todo ahí.
—¿De quién es la propiedad?
—De un ciudadano de aquí del municipio. Ignoro los arreglos que haya tenido, si la PGR le paga una renta, no sabría decirle. |