Fue el efecto AMLO y sobre todo su mal humor, su forma de apretar a todo mundo. Los priistas cuando en su momento vieron perdido a su gallo, votaron por Cuitláhuac, pues a Miguel le temían.
Así, a pesar de contar con un buen piso de votos que le dieron un holgado triunfo en las urnas en contra su primo el priista Héctor Yunes Landa en el 2016, sus reiterados pleitos públicos contra Andrés Manuel López Obrador le mermaron popularidad. Se peleó con quienes pudo, menospreció o en el menor de los casos ignoró a los medios de comunicación locales pero le pagó oro a la prensa nacional.
La mayoría de esas actitudes las está repitiendo Cuitláhuac y al final de los cómputos del 2021 podrían contarle negativamente.
Pero no queda ahí, quitándole lo malhumorado de Yunes y que Cuitláhuac supuestamente sí le está cuidando las uñas a sus subalternos, tiene aparte sus propios demonios: a la mayoría de sus colaboradores les hace falta experiencia, tablas para resolver y, peor aún, se han rodeado de gente sin experiencia. La prueba número uno es el gran subejercicio que se puede configurar en el presupuesto. Se sabe que muchos de sus colaboradores saldrán reprobados por el ORFIS cuando se audite la Cuenta Pública 2019.
Cuitláhuac tiene el apoyo de Presidencia, pero ese apoyo político no se ha traducido en inversiones.
@frlicona |