En esos escenarios lo que hacía el Presidente y sus secretarios siempre fue la mejor decisión para ellos, todo los aplaudían a pesar de que el salario mínimo se deterioraba, la canasta básica se alejaba de las mayorías y el desempleo crecía de manera desproporcionada. Ahora, que se pierde espacio, a pesar de la solidez de la moneda, ponen el grito en el cielo.
Esos especialistas en finanzas no han hablado nunca de la solidez del peso que tiene tanta fuerza que Cuba, Venezuela y otros de Sudamérica y Europa, mantendrá el comercio de energéticos en pesos mexicanos en lugar de comerciar estos productos en dólares como se hacía habitualmente. La noticia en el mundo sorprendió a la comunidad internacional y los medios en México escondieron la noticia.
Buscan errores donde no los hay, aunque en el intento se muerdan la lengua a causa del silencio cómplice que guardaron en el pasado por disposiciones de gobiernos que perjudicaban a la población. El silencio del pasado de los especialistas en finanzas hace perder credibilidad en el presente.
Lo mismo sucede ante la precisión de la visión del gobierno de la situación del Poder Judicial. Algunos, todavía con visiones del pasado, confunden control del Poder Judicial desde el Ejecutivo con una reforma necesaria a su estructura.
En unos meses saldrán ministros de la Corte por jubilación, y en ese entonces habrá una mayoría casi calificada en el Congreso. Si la idea del gobierno fuera sólo el control no pugnaría por la reforma y esperaría a que se nombrara a ministros afines.
Se trata de una reforma que no permita los vicios que tienen algunos dentro de ese poder, para otorgar amparos a diestra y siniestra.
En el interior del Poder Judicial se multiplican los empleados que exigen de inmediato su retiro para ser beneficiados todavía con los privilegios injustos que siempre han tenido. No quieren retirarse después de la reforma que cancela dotes inmerecidas y la desbandada en esas oficinas es espectacular.
Hay que ver la estructura del gobierno con más profundidad y seriedad y dejar de calificar los eventos con la simplicidad que acusa falta de conocimiento y, sobre todo, de información.
(DE LA COLUMNA "POLÍTICOS AL DESNUDO") |