La única explicación que ofrece esa dependencia para su “espontáneo exhorto” la da en el segundo párrafo del mismo comunicado, en el que explica que se dio un “incidente” en el que se vio envuelta una comunicadora (no dio su nombre) que se encuentra “bajo el protocolo del mecanismo federal de protección”.
Esto es que, debido a que su integridad física está en riesgo, el gobierno federal dispuso que se le proporcionara una protección específica que, entre otras cosas, incluye la comisión de -al menos- un elemento de seguridad.
La Ceapp explica que, en “un asunto entre particulares que nada tiene que ver con el ejercicio del periodismo”, uno de los escoltas que tiene asignado (por la redacción se puede asumir que son más) “realizó un disparo al aire con el aparente propósito de amedrentamiento”.
Varios de los integrantes de esa oficina de gobierno gozan de un buen prestigio, se les conoce como personas preparadas, capaces en el oficio periodístico. Con seguridad ellos entienden que hay un recurso de estigmatización al que algunos llaman “falacia de generalización apresurada”.
En términos muy simples, se entiende como asumir una conducta individual como algo general. Esto es que: si una comunicadora (no tengo la menor idea de su identidad) hizo mal uso de los protocolos de seguridad que le fueron asignados, los miembros de la Ceapp concluyeron que era oportuno hacer un llamado al “gremio periodístico” para que no incurra en esa misma conducta.
Fue tan vago el llamado, que terminó despertando suspicacias y la molestia de muchos comunicadores.
Remitió, de manera automática, a aquel mensaje de Javier Duarte dirigido, precisamente, a los comunicadores, en el año 2015:
“Lamentablemente algunos de los colaboradores, trabajadores de los medios de comunicación tienen vínculos con estos grupos (del crimen organizado) y también están expuestos ante esta situación. ¡Pórtense bien!, todos sabemos quiénes andan en malos pasos. Dicen que en Veracruz sólo no se sabe, lo que todavía no se nos ocurre. Todos sabemos quiénes, de alguna u otra manera tienen alguna vinculación con estos grupos. Que nos hagamos como que la Virgen nos habla es otra historia, pero todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa. ¡Pórtense bien, por favor! Por ustedes, por sus familias, pero también por mí y por mi familia, porque si algo les pasa a ustedes al que crucifican es a mí”.
O aquella ocasión en la que Cuitláhuac García les mandó un mensaje similar a los presidentes municipales, allá por agosto del 2022:
“Hoy lo reitero y lo digo de manera pública, abierta, para los 212 munícipes, alcaldes y presidentas municipales: no agarren dinero de la delincuencia organizada. Con todo respeto lo digo, no lo hagan, porque vean, cómo están las consecuencias”.
Ellos, esos miembros de la Ceapp que antes pasaron por las trincheras saben que ese tipo de mensajes sirve esencialmente para que la autoridad -responsable de la seguridad, no sólo de los comunicadores, sino de todos los veracruzanos- se “amarre el dedo” y tenga guardado en su escritorio el argumento: “yo se los advertí, les dije que se portaran bien”.
Nunca he esperado gran cosa de ese organismo oficial, a pesar de que han pasado por ahí algunos buenos amigos.
Acaso valga la pena un consejo muy simple. Ya estará en cada uno de ellos si lo valoran: no hagan -ni digan- cosas buenas que parezcan malas.
filivargas@gmail.com
(DE LA COLUMNA "PUNTO DE VISTA")
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