Cristóbal Colón no fue un navegante genovés, sino portugués. Y su viaje por el Atlántico nunca tuvo la intención de encontrar una nueva ruta hacia Las Indias para adquirir especias, sino que desde el principio supo que se dirigía a un mundo poco explorado. Además, para conseguirlo no se lanzó a la aventura, sino que utilizó la ruta que otro navegante ya había explorado, afirma el historiador francés Christian Duverger (Burdeos, 1948), que publica por primera vez las dos versiones existentes del “Diario de a bordo” de Cristóbal Colón, lo que se conoce como la bitácora del navegante donde describe su viaje. Sin embargo, derivado de sus investigaciones Duverger explica a Excélsior que existen indicios de que Colón no sólo se benefició de un viaje anterior, sino que claramente en este documento, que rece de emoción y sorpresa, como sí sucedió en las "Cartas de Relación" de Hernán Cortés. Demostrarlo no es tan difícil, acepta el también autor de “El ancla de arena”, y basta con analizar lo que el almirante llevó en su cargamento como parte del trueque: “Es interesante que Colón no llevaba textiles para un trueque normal, considerados como obsequios vistosos, exitosos y ligeros”. ¿Qué llevaba entonces? “Clavos de hierro, hojas de acero, cuchillos, navajas, cascabeles de cobre y objetos de vidrio de color blanco y verde. Porque sabía que en ese mundo era más apreciado un clavo de hierro que un poco de tela”. ¿Por qué es tan confusa la información sobre Colón?, se le inquiere al historiador francés. “Hay datos de que el navegante quiso eliminar las huellas de su pasado, aunado a que en el siglo XIX el Papa Pío quiso convertirlo en santo de América; eso generó una leyenda y numerosas falsificaciones de documentos para apoyar su nacimiento en Génova”. ¿Por qué en Génova? “Porque entonces nacer en Génova es una especie de certificado cristiano. A todas luces se buscó la manera de hacer de Colón un personaje cristiano y no judío. Pero al revisar su documentación sólo he encontrado documentos apócrifos”. La realidad es un poco distinta, insiste el investigador francés, “y la explico en este libro que reproduce las dos versiones del “Diario de a bordo” -la de su hijo Hernando Colón y la de Fray Bartolomé de las Casas-, donde queda claro que el de 1492 no fue el viaje del descubrimiento, sino que hubo otro anterior”. ¿Por qué asegura que el almirante sabía lo que encontraría en América? “Si leemos este diario como un viaje oficial y no como viaje de descubrimiento, entenderemos su tonalidad y contenido; en este diario no hay ninguna emoción, sorpresa o mención alguna al continente asiático. Eso fue una invención del siglo XIX. Colón sabía exactamente lo que iba a encontrar: habitantes desnudos que viven en chozas donde no hay oro, pero sabía que era importante tomar posesión de ese territorio ante la competencia diplomática que mantenían España y Portugal”. VIAJE ILEGAL Duverger acepta que el viaje de Cristóbal Colón fue ilegal y, en cierto punto, una declaración de guerra a Portugal, dado que según el Tratado de Alcáçovas que consiguió la paz entre ambos países, en 1479, donde se estableció que España dejaba el control del océano Atlántico a Portugal, mientras que éste renunciaba a extender su poder en la península ibérica. ¿Por qué Portugal no declaró la guerra a España cuando supo la situación? “El rey Juan II de Portugal se enteró en voz del propio Colón sobre la exploración, pero no quiso una nueva guerra porque estaba más interesado en África y la India. Pero dos años después firmará el Tratado de Tordesillas, donde se desplazará la línea divisoria del océano a favor de España y Portugal obtendrá las tierras de Brasil”. ¿Cómo definiría este “Diario de a bordo”? “Es una descripción técnica de un territorio nuevo cuya intención fue tomar posesión del territorio. Contrario a lo que dice la tradición, Colón no pensó en viajar a Asia; él siempre supo a dónde iba y en este libro el lector lo puede averiguar, porque insiste en que todo lo que ve se parece a España. ¡Pero eso no tiene sentido! Porque no hay ninguna relación entre el mundo tropical del Caribe y España, más bien fue una manera de presentar el territorio caribeño como una extensión natural del territorio español”. Para concluir, el historiador comenta que este libro busca que el lector de nuestro tiempo pueda leerlo no como un texto lleno de sorpresas, sino como un libro que da cuenta sobre la toma de posesión de un vasto territorio, un documento valioso en el que Colón nombró absolutamente cada espacio que recorrió, que podría inspirar a los jóvenes historiadores a indagar aún más en la figura y la historia de Cristóbal Colón. Agencia los editores.com |