Sin embargo, no puede dejar de reconocerse el empeño de un atarantado por no cejar en su empeño desde que llegó al poder, hace 24 meses, en ser uno de los peores gobernadores que ha tenido la república y el peor que ha tenido Veracruz en su historia.
No se sabe cuando se escriba la historia de Cuitláhuac García Jiménez ni en qué termine, pero va a estar muy cabrón que trascienda de buena manera con esas prendas malolientes que ha dejado a su paso.
Complicado pues, compararlo entre los peores.
¿Por qué, es peor ser corrupto en el presente o haber llevado a un atraso histórico al pueblo veracruzano? O, mejor dicho: ¿Es perdonable que robe -como lo hicieron todos los gobiernos establecidos- o que el del presente no tenga la menor idea donde está parado?
Las principales encuestadoras, al cierre de noviembre, lo ubican en el lugar 30 de 32 entre los gobernadores con peor aceptación ciudadana.
El juicio ciudadano es que Cuitláhuac es de los mandatarios que no saben que hacer con la inseguridad pública, ni cómo parar la pandemia, las corruptelas entre sus equiperos y mostrar una señalada incompetencia para manejar al estado hoy en el más completo abandono en materia de gobernabilidad.
Ya para que su propia Contralora, Mercedes Santoyo reconozca ante el Congreso del estado que el 99 por ciento de los contratos de este fueron sin licitar y que fueron al “dedazo” en favor de compadres, amigos y familiares y la corrupción sigue presente en el gobierno de su jefe, Cuitláhuac García es que algo apesta hacia el interior.
Al veracruzano solo lo supera su homólogo de Puebla, Miguel Barbosa quien no rebuzna porque no se sabe el tono.
Le siguen el de Michoacán, Silvano Aureoles y el de Colima, Ignacio Peralta, pero -lo que son las cosas- quien durante casi dos años se mantuvo en el liderato de los burros, el de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, ese que piensa y decide y con las patas, subió en un 20% de aceptación ciudadana y se colocó en el número 25 de 32 en el sondeo al corte de noviembre.
Pero al de Veracruz ni cómo ayudarlo con ese 15.9 por ciento de aceptación, es decir, con casi siete millones de veracruzanos que no lo aceptan y se mofan todos los días por sus moditos y forma de hablar.
Bien se dice que habla con faltas de ortografía y que no sabe decir su nombre de corrido ¡Vaya pena!
Ayer mismo circuló por todo Veracruz la versión de que el gobernador estaba por solicitar licencia y que entraba al quite Ricardo Ahued como gobernador sustituto.
La especie iba acompañada de una aberración en el sentido de que Cuitláhuac iba a ser nombrado por el presidente López Obrador como titular de Pemex…
¡No, por favor!
También se filtró que le darían una beca para que regresara a terminar, o empezar, sus estudios de doctorado en Alemania, que en realidad no se sabe bien a bien qué pasó con esa página de su vida en donde hay una oscura versión en el sentido de que durante el gobierno de Fidel Herrera, el hoy gobernador fue relacionado con la muerte de una persona tras una francachela donde estuvo presente su media hermana, Dorheny García, por lo que Cuitláhuac tuvo que ser sacado del país de manera emergente, justamente a ese país europeo.
Pero esa es otra historia.
La que hoy consta a la opinión pública es la enorme impopularidad del mandatario quien ahora con el arribo del año nuevo seguramente deseará que la pesadilla se acabe y regrese a terminar de chapear ese terrenito en Banderilla que con tanto trabajo pagó para construir su casita no de retiro, sino de reventón que tanto ha soñado.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |