Entre esos guarismos, el número 33 es notable porque tiene varias inferencias, y algunas de ellas son muy visibles en la historia y en la religión.
¡Cierto! 33 es la edad que tenía Jesucristo cuando murió en la cruz.
Con eso hay una duda que pesa sobre el calendario, porque si el Redentor nació el 25 de diciembre, ¿ese año se marca como el inicio de nuestra era, y en realidad tuvo solamente siete días? ¿O ése es el año cero y el primero de enero siguiente se toma como el inicio del año 1? Y más aún: ¿por qué no se puso el 1 de enero como la fecha de nacimiento del nazareno?
Bueno, aparte esas singularidades del calendario, es indiscutible que la mención del número 33 trae a la mente y a la lengua de muchos la frase: "La edad de Cristo".
Por esa inferencia, el 33 se asocia con la edad de la madurez, de la preparación para enfrentar las grandes empresas.
Hay otra circunstancia en que se asocia el 33, y tiene que ver con la música grabada.
Quienes tenemos la edad suficiente, recordamos que los discos de acetato grandes, los famosos elepés, venían grabados a 33 revoluciones por minuto (en realidad eran a 33 y 1/3, porque el disco al dar cien vueltas completaba los tres minutos que por lo regular duraba una canción en aquellas épocas, con excepción de In-A-Gadda-Da-Vida, de Iron Butterfly, que duraba 27 minutos, o la Guitarra Negra del cantor uruguayo Alfredo Zitarrosa, de media hora seguida).
Hay una cosa que se llama numerología y que, según, estudia las propiedades no aritméticas de las cifras. Sus seguidores afirman y creen que el 33 refleja intelectualidad, suerte, éxito, y ojalá que sea así.
Lo digo porque mi hija querida acaba de arribar a esa edad ayer, y yo la sigo felicitando...
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