NO ES para menos que los ciudadanos veracruzanos, desconfíen de la justicia en Veracruz, después de los trascendidos que se han dado respecto al manejo del propio poder judicial del Estado.
Si en el interior del Tribunal Superior de Justicia, hay innumerables problemas que van desde el pésimo manejo presupuestal hasta la inadecuada administración de la justicia, que se puede esperar de esta importante instancia para que los justiciables de la entidad veracruzana, puedan, con certeza, dirimir sus controversias.
Y es que gracias a los medios de comunicación actuales, las noticias llegan a todos lados y por lo tanto, los veracruzanos, en general, ya tienen conocimiento de lo que sucede al interior del poder judicial, donde se sabe, de acuerdo a los acontecimientos que se han suscitado, que dicha instancia se encuentra sometida por el poder ejecutivo, sirviendo, pues, a los intereses personales de quien supuestamente gobierna y no precisamente a los gobernados.
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La pugna interna, donde se encuentran involucrados magistrados y los propios responsables de aplicar la justicia, es el reflejo, sin duda alguna, del pleno desconocimiento de la importancia que tiene la actividad judicial. Se ha llegado, pues, al momento en que los ciudadanos comienzan por desconfiar de una verdadera aplicación de la justicia. Si la cabeza está mal, indudablemente que todo el aparato judicial lo estará, porque no hay una verdadera conducción de esta enorme responsabilidad que tiene como prioridad ser el árbitro que juzgue convenientemente y conforme a derecho, los actos propios de los veracruzanos.
Ya no es el Honorable Tribunal Superior de Justicia, del Estado de Veracruz, del cual se sentían orgullosos todos los veracruzanos, sino que ahora es una pequeña instancia judicial que ha perdido el rumbo, ha desviado sus propios objetivos y se ha puesto, servilmente, a favor de las causas oficiales y no de la sagrada, sí, sagrada función de ser verdadero administrador de la justicia.
La forma de tratar a los magistrados, la forma en que se conducen sus propios lineamientos internos, la misma personalidad del propio Poder Judicial del Estado, se ha demeritado, a tal grado, que como ya hemos comentado, los veracruzanos, le han perdido la confianza a este importante tribunal de la entidad.
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El GOBERNADOR, LE TIENE MIEDO A LA REVOCACIÓN.
EL HECHO MISMO de que los legisladores morenos, hayan querido, en determinado momento, desechar la realización de la revocación de mandato, en la entidad veracruzana, manifiesta, sin duda, que el titular del Poder Ejecutivo de Veracruz, no quiere someterse a este proceso, en virtud de que ya desconfía de su propia imagen, aún cuando se diga, por algunas encuestas, que sigue teniendo más del cincuenta por ciento de aceptación y que es de los gobernadores más populares del país.
La verdad de las cosas, es que el solo hecho de querer evitar pasar por este trago, en cierta forma, amargo, refleja temor, miedo, a que sea ratificado y que los veracruzanos, opten por rescindir el contrato que se otorgó en las elecciones del primero de julio del año dos mil dieciocho.
Hay que recordar que la popularidad de López Obrador, que fue quien impulsó a Cuitláhuac García Jiménez, también se ha reducido considerablemente, por lo que apenas le dará para salir airoso él mismo, pero ya no podrá respaldar a quienes en su momento, mediante su apoyo, llegaron a la posibilidad de gobernar un Estado, como es el caso de Veracruz.
Y es que el Gobernador de la entidad, no ha realizado nada que pudiera sostenerlo ante cualquier proceso de esta naturaleza, dejando que sea el arrastre del Presidente, quien siempre lo respalde.
Ante una consulta de revocación de mandato, los veracruzanos, podrían cambiarle la imagen al gobierno de Veracruz. La verdad, se ha perdido el tiempo y el mismo gobernante no ha aprovechado la oportunidad de hacer un buen gobierno que le permitiera mantenerse en la total aceptación ciudadana.
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RESULTA QUE AHORA, SON LOS VEHICULOS QUIENES CONTAGIAN.
LAS RESTRICCIONES para poder entrar con vehículo en determinadas zonas de la ciudad, con la finalidad de evitar mayores contagios, muestra la idea de que son los vehículos los que contagian y no las personas que van en ellos.
Una persona que es obligada a caminar por la calle, sin su vehículo, es capaz de contagiarse o contagiar, según sea el caso, a cientos de peatones, durante su trayecto, pero si le permiten usar dicho vehículo, pues evitará contagiar y que se contagie él mismo con el virus.
El asunto debería ser al revés, es decir, que se permita más que las personas se trasladen en vehículo, para que no caminen tanto por las calles, evitando de esa manera que haya mayor número de contagios. Vaya que la estrategia es de verdaderos pensantes, pues una persona que deja su coche fuera de la zona prohibida, se ve obligado a caminar y en su trayecto puede contagiar o contagiarse con mayor facilidad. Eso es lo que pensamos, o al menos que nos encontremos viviendo en el mundo del revés.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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