AHORA que el Partido de Acción Nacional, está por emprender su proceso interno para reestructurarse y volver al sendero de la participación política, se entiende la pasividad con la que han venido actuando todos los partidos políticos que forman parte de la oposición a Morena, incluyendo, desde luego, al mismo blanquiazul, cuya vida política ha venido siendo altamente cuestionada por las fracturas internas que no lo han dejado ser un partido con toda la fuerza necesaria para enfrentar los retos que se presentan en la actualidad política.
El PRI, por ejemplo, también se ha mostrado prudente en este contexto político nacional y estatal, cuando en la oposición se han vuelto más activos para mantener el poder que les cayó del cielo y que aún no han logrado digerir. De ahí sus contantes errores en las administraciones federal, estatal y municipal.
Todos quieren evolucionar hacia otro plano de la vida política nacional, por lo que hasta el mismo partido tricolor, que ha había sido uno de los más fuertes políticamente en las más recientes décadas, ahora está, de la misma manera, en un proceso de cambio que hasta sus propias siglas pretenden modificar con la única finalidad de aparecer en el escenario político nacional, con una nueva imagen que cambie por completo el concepto político que ahora tienen de él.
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Y es que todo parece indicar que los nuevos tiempos están obligando a las organizaciones políticas evolucionar hacia otro plano de su existencia, más cuando se presenta la oportunidad ideal, luego de que los viejos políticos o dinosaurios de la vida pública, comienzan por entender que es tiempo de retirarse. Esto se está observando en el PRI, como en el PAN, donde las filas se están depurando, tanto que por ahora están resistiendo la crisis de este paso importante al encontrarse un poco desconcertados por la falta de lineamientos que normalmente partían de una vieja base política o principal fuente de poder interno.
Ojalá que pronto ya se hayan reestructurado y se inicie una verdadera competencia política, porque vienen, eso sí, los mejores tiempos de la vida pública del país y del Estado, principalmente, porque ya se está mirando la otra orilla de las actuales administraciones. Morena, como partido político, nunca ha llegado a establecerse como tal y por lo tanto se le ha calificado, normalmente, como una serie de tribus que participan al ritmo político dictado desde los más altos mandos del poder político interno. Los cambios son buenos siempre y eso se verá, una vez más, para el próximo suceso político del dos mil veinticuatro.
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LA INSEGURIDAD, EL GRAN TEMA DE LA ACTUALIDAD.
AUNQUE SE HAYA ATRAVESADO la pandemia, la crisis económica, el crecimiento de la pobreza y muchas otras calamidades que se han tenido que enfrentar, tanto por el gobierno como por la sociedad, el tema de la inseguridad, es el más destacado en los recientes tiempos, principalmente por haberse incrementado el desorden social que ha dado lugar a las grandes estadísticas de homicidios, robos, asaltos, secuestros y toda una gama de delitos que desestabilizan la convivencia pacífica del ser humano y consecuentemente de toda una sociedad que ha visto alterada si habitual forma de vivir.
La inseguridad, es el principio de todas las cosas dentro del orden social. Se vuelve, por lo tanto, un serio compromiso de los gobiernos, cuestión que va más allá de lo político y que cae, más que nada, en el aspecto de los derechos humanos, pues la tranquilidad de las personas y sus familias, es exactamente un derecho que se debe de atender antes que nada. Sin seguridad, es difícil crece en todos los sentidos y es por eso que actualmente en México, existe esta desventaja de que no ha logrado despegar porque depende, en gran parte de su propia estabilidad social.
Este es el reto y el pendiente de una administración que ha optado por el descaro, por la falta de compromiso, por culpar a quienes ya ejercieron el poder, cuando ni siquiera se dan cuenta de que los gobiernos son ciclos y que en cada uno de ellos, cada quien tiene la obligación de cumplir con el mandato popular.
Sin seguridad, tampoco hay gobierno serio, capaz, reconocido por quienes son los gobernados. De ahí que si los actuales gobiernos, llámense federales, estatales o municipales, anhelan un agradecimiento popular, pues tienen que buscar la manera de cumplir con los compromisos contraídos. La inseguridad en todo el país, es uno de ellos.
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EN TUXPAN, TODO ESTÁ DICHO.
NI LAS RABIETAS del Alberto Silva Ramos, cambiarán la decisión de las instancias electorales para respaldar el triunfo electoral de José Manuel Pozos Castro, quien tiene ya desarrollado su proyecto político y administrativo en aquél municipio de la entidad.
Pozos Castro, con raíces priistas, ahora es militante de Morena, quien ganó recientemente las elecciones en Tuxpan, pero que fueron impugnadas por el Partido Verde Ecologista, en la voz de Alberto Silva Ramos, a quien seguramente le conviene más la derrota que el triunfo, aunque lo busque ahora en los tribunales.
Silva Ramos, de triste memoria en el pasado político de la entidad veracruzana, se aferra a una decisión final que lo pudiera instalar como alcalde en aquél municipio de Tuxpan, pero más le vale, así se dice, que mejor se retire de esta controversia, porque vendrían a actualizarse varios problemas que dejó cuando ya estuvo en esta posición política en aquella ciudad. Quizá, si llegara a cambiar el panorama político, lo primero que tendría serían facturas pendientes de su pasado político.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede. |
