Pero él dice que no fue grosero, y que la reportera le preguntó de manera falsa.
Queda para la historia de la mentira pública lo dicho ayer por Cuitláhuac:
“Con respecto al debate que se hizo a partir de una pregunta, un servidor no atacó con ninguna grosería, palabra soez a la reportera; en ningún momento utilicé un lenguaje insultante, inapropiado, una grosería, pues, no lo he hecho con ningún medio de comunicación, periodista o reportero y no lo haré. Algo que hemos procurado es que aquí se expresen con libertad, nunca he dirigido ni he hecho valer mi derecho de réplica.
“En ningún momento usé lenguaje inapropiado; no lo he hecho y no lo haré”.
¿Será que nosotros los mortales, simples ciudadanos, no podemos ver la realidad en la que se mueven el Gobernador y sus colaboradores? ¿Será que las invectivas que todos escuchamos en contra de una profesional de la comunicación decente y preparada solamente existieron en nuestra afiebrada imaginación? ¿Engaño colectivo en el que todos hemos caído, menos el Gobernador con su instinto fino y su percepción única de la realidad?
¿No es grosero acusar a una periodista de falaz solamente porque no le gustó la forma en que le preguntó? ¿Es de mucha urbanidad querer regañar públicamente a una profesional que ejerce su oficio? ¿Es pecado hacer una pregunta en una rueda de prensa?
Discúlpenme, señores de la Cuatroté jarocha, pero el video reproduce la forma altanera de conducirse del titular del Ejecutivo (¡del titular del Ejecutivo!) en contra de una reportera, de atacar directamente la forma de trabajo de una comunicadora.
No, señor, sí fue usted soez. Lo decimos miles y miles de ciudadanos que vimos la pobre realidad de su discurso de odio y de intolerancia.
Y atrás de todo, sigue su legislación de Ultrajes a la autoridad a la espera de que se rectifique, de que haya cordura, de que decida usted vivir bajo los dictados de la justicia y no de la venganza.
Los periodistas somos pueblo; el pueblo somos todos, y merecemos respeto, protección y entendimiento.
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