Si bien la política acapara actualmente los espacios mediáticos y de conversación diaria, los gobiernos no deberían por ningún motivo soslayar los elementos básicos de la vida como lo es el agua. 

Y no es que hagan falta llamados de socorro, lo que pasa es que a las autoridades responsables de evitar la contaminación de los cuerpos acuífereos así como de crear la conciencia ciudadana de cuidar el vital líquido para la vida, solo les interesa la política y la conservación de su poder. 

El caso de la Cuenca de los ríos La Antigua y Actopan es solo uno de tantos que se dan en Veracruz, ríos que, aseguran organizaciones defensoras del agua, se están muriendo y con ello se restan las posibilidades de la supervivencia humana. 

El problema es que temas vitales como éste, solo son objeto de discursos políticos cada vez que se llega el Día Mundial del Agua, del planeta o de los bosques, de la contaminación del aire, de la tierra, o de todos esos días que han inventado los políticos para hacer como que hacen algo. 

Sin embargo, llama la atención la defensa de los cuerpos de agua de la zona metropolitana de Xalapa y las advertencias de que contienen materia fecal y sustancias químicas que hacen organizaciones defensoras de las cuencas de la Antigua y Actopan, quienes acusan que los ríos “se están muriendo, están secos, contaminados, invadidos o están escondidos. Nuestros ríos son vida, no muerte”. 

Desgraciadamente, por ejemplo, la Comisión Nacional del Agua parece  más preocupada por cobrar el agua que por su conservación. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente se ha pasado años y años dando plazos a los empresarios de fuentes contaminantes para que se instalen equipos que reduzcan sus descargas como lo marca la Ley del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente. 

Casos, por ejemplo, en los que las autoridades se han hecho de la vista gorda por la contaminación flagrante que se genera en los más de 20 ingenios azucareros, aserraderos, plantas químicas, termoeléctricas, jugueras; así como las descargas de aguas negras que vierten los centros de población hacia los ríos… todo ello sin control alguno. 

¿Será acaso que la mayoría de los funcionarios de esas oscuras y hasta desconocidas dependencias federales y estatales salen millonarios al término de sus encargos y estén más preocupados en lo suyo que en lo nuestro? 

¿Hasta cuándo la sociedad y los gobiernos escucharán los llamados de auxilio y las advertencias y le pondrán fin a tanto funcionario simulador cuya obligación es aplicar la ley y no lo hacen? 

Y se debe decir, el actual gobierno de la Cuarta Transformación tampoco ha demostrado mayor interés por el tema que aquí se trata. Están más interesados en conservar el poder que en atender su responsabilidad como gobernantes. 

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