Sin tacto.
Sergio González Levet.
 

Otras entradas
2023-06-29 / Sonetos /1
2023-06-28 / ¡Pero claro que es Xóchitl!
2023-06-27 / Héctor Yunes Landa /2
2023-06-26 / Héctor Yunes Landa /1
2023-06-23 / ¡Altotongalandia!
2023-06-22 / Tarjeta del ¿bienestar?
2023-06-21 / Es Xóchitl
2023-06-20 / 3 buenas y 3 malas
2023-06-19 / Los hombres de maíz
2023-06-17 / ¿Nahle va? ¿En serio?
 
Sonetos /2
2023-06-30

Hacer un soneto requiere de un gran conocimiento del idioma, de un gran sentido del ritmo, de talento inigualable y de un trabajo de orfebre con las palabras. Este tipo de composición tiene tantas reglas y acotaciones que a un poeta le resulta tan difícil como a un candidato independiente ganar una elección en México. En ambos casos se llega a pensar que las exigencias hacen imposible lograr el éxito.


     Pero los candidatos independientes han llegado a ganar y los poetas han hecho pasmosas creaciones.


     Para no meterme en la preceptiva, que luego es insondable, pongo a continuación tres sonetos.


     El primero es del poeta de Orihuela Miguel Hernández, que nació en 1910 y murió en una cárcel española debido a las condiciones insalubres en que lo tuvieron por órdenes expresas del sátrapa Francisco Franco. Vean de qué tamaño era su dolor:


 


Umbrío por la pena, casi bruno,


porque la pena tizna cuando estalla.


Donde yo no me hallo, no se halla


hombre más apenado que ninguno.


 


Pena con pena y pena desayuno.


Pena es mi paz y pena mi batalla.


Perro que ni me deja ni se calla,


siempre a su dueño fiel, pero importuno.


 


Cardos, penas, me oponen su corona.


Cardos, penas, me azuzan sus leopardos.


Y no me dejan bueno hueso alguno.


 


No podrá con la pena mi persona


circundada de penas y de cardos.


¡Cuánto penar para morirse uno!


 


     Y un soneto de José Emilio Pacheco, el poeta mayor de México:


¿Qué va a quedar de mí cuando me muera


sino esta llave ilesa de agonía,


estas pocas palabras con que el día,


dejó cenizas de su sombra fiera?


 


¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera


esa daga final? Acaso mía


será la noche fúnebre y vacía


que vuelva a ser de pronto primavera.


 


No quedará el trabajo, ni la pena


de creer y de amar. El tiempo abierto,


semejante a los mares y al desierto,


 


ha de borrar de la confusa arena


todo lo que me salva o encadena.


Mas si alguien vive yo estaré despierto.


     Caray, qué rico es no hablar de los desvaríos del Patriarca ni de la estolidez del dictadorcito local.


 


sglevet@gmail.com

 
Regresar a la Página Principal
Aviso de Privacidad
 
Comentarios
 
En Política al Día nos interesa tu comentario, es por eso que creamos este espacio para tí. Aquellos mensajes que contengan un contenido vulgar, difamatorio u ofensivo, serán eliminados por el administrador del sitio. Leer normas y políticas