“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa”
Gabriel García Márquez
“… tan solo una amistad, mientras que en realidad se agita la pasión que envuelve al corazón y obliga a callar… yo te amo, tus labios de rubí, der rojo carmesí, parece murmurar mil cosas sin hablar y yo que estoy aquí sentado frente a ti me siento desangrar sin poder conversar, tratando de decir…
Así dejaba escapar su romanticismo el amigo Berna Valdivia, en esa tarde de bohemia que salió a invitación de uno de los integrantes de nuestro grupo de veteranos “La Pura Vida”, Agustín García Ruiz, para visitar a su cuñado, el distinguido maestro Rafael Salazar, en una de las pintorescas calles de la ciudad de Teocelo, después de nuestra reunión, en esta ocasión en el kiosco del parque bonito del Dios Tigre y las cervezas frías que se llevaban, la sabrosa botana campirana y la alegría de los cinco, Chucho Anell se desprendió del grupo ante una falla de su moto, contagió esta tarde de jueves, recibiendo el maestro Salazar, el famoso “Belencho” a un servidor con el siguiente recuerdo de la adolescencia… “te acuerdas Chino, cuando las carreras de relevos, bella época de atletismo en Teocelo, fuimos corredores, tú iniciabas en los 400 metros y me entregabas a la altura de la familia Carrera, para continuar con otros dos de 400 y otros de 800 y finalizaba el Che, en los mil 500 para llegar al Seguro Social de Coatepec, ganamos muchas competencias…”
Se habló de todo, menos de política y estando ante un dos veces candidato a la presidencia municipal de Teocelo. De deporte, Rafael Salazar en el béisbol, en el fútbol y en atletismo llegando a juegos estatales en el Estadio Xalapeño. Recordé cuando en la primaria el maestro Bartolomé Morales, dinámico siempre, nos llevó a competir al Estadio Heriberto Jara Corona, en aquella etapa a mi novia ahora esposa, Trinidad Cid, y otros alumnas más, insistiendo en esta reunión con “Belencho”, que antes había interés por el deporte y los jóvenes participamos con excelentes resultados.
La botana, sabrosa y típica de Teocelo, “paseaditas” y una salsa de costilla en chile seco, disminuía en la mesa, mientras el boehmio Berna, seguía:
“… no sé qué pasará con este gran dolor, de noche no me deja descansar, donde están mis amigos no los veo, donde están mis hermanos no los hallo… solito he de sufrir solito he de llorar…
Recuerdos y anécdotas marcadas en la hermosa época de estudiantes, en un lugar como Teocelo, familias interesadas en que los hijos concluyeran una carrera universitaria, gente de estudio y de trabajo, deportistas que dejaron huella, en el béisbol y en el atletismo, el en futbol y en la música. Esta es la riqueza de Teocelo, su magia y su sabiduría escondida en cada uno de sus habitantes
La finalidad del grupo “La Pura Vida”, veteranía y experiencia, seriedad, con más de dos años de agrupados, analiza y programa, se habla de fútbol y se intenta alegrar la vida sabiendo que la vejez es la temporada de la cosecha y se le gana a la vida manteniendo el corazón alegre, entusiasta y joven… aceptando que no podemos evitar envejecer, pero con entusiasmo, se evita volverse viejo y débil lo mismo en la mente como en el cuerpo
La veteranía nos enseña y nos hace más tolerantes y con la edad nos llegan muchos conocimientos, ese es el motivo de “La Pura Vida”, las charlas de Remigio Peralta de la milicia, el sacrificio de años de los jubilados, Agustín por el Seguro Social, Berna Valdivia por la CFE; Rafael Marván y Chucho Anell, en el magisterio y un servidor en una noble labor que nos impide jubilarnos y continuamos con más entrega como lo prometimos desde el primer día que egresamos de la Facultad de Periodismo, en 1970.
Las risas, bromas y felicidad por el encuentro con el maestro Rafael Salazar, continuaban y él, pedía el exitoso tango interpretado por Julio Jaramillo…
“… un enfermo amigo mío esta carta me escribió… es para decirte, que si puedes algún día venir hacerme compañía, de tantos amigos míos ninguno ha venido a verme… cuando estuve en condición tuve amigos a granel, pero ahora comprobé que no hay amigo fiel… yo fui el domingo ansioso, me dirigí silencioso al lugar en donde sabía, y asombrado me quedé al ver la cama vacía…
Cierto, muy cierto, mientras Agustín García Ruiz, cerraba la puerta del hogar de su cuñado Salazar, recordé uno de las frases del escritor colombiano y autor de Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez… “Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía. |