A ver: la palabra “haber” es morfológicamente un sustantivo. Es el nombre de un verbo, pero no es un verbo conjugado. Eso me ha costado hacerlo entender a muchos alumnos en los cursos de redacción que he dado, que insisten en que el infinitivo es un verbo, y entiendo que lo hagan porque no saben nada de morfología como parte de la gramática, ya que los profesores no se los enseñaron porque andaban en mítines o destrozando oficinas.
Confundir “haber” con “a ver” es una aberración, y cada vez lo vemos más en los textos de las redes junto con otros errores garrafales. Así, los millones y millones de mensajes escritos que pululan en las redes dan cuenta de la pobreza gramatical de los mexicanos. Y no es como para que los chauvinistas se rasguen las vestiduras y acusen que decir eso es una traición a la patria, porque los datos duros y la conseja popular evidencian la certeza de la afirmación.
Vea usted: 90 por ciento de los mexicanos que dizque saben leer y escribir no conocen las reglas de acentuación; 95 por ciento no pueden diferenciar las partes de una oración; 97 por ciento no pueden diferenciar las palabras por su función gramatical; sólo 1 por ciento de los egresados de primaria pueden escribir un párrafo con corrección sintáctica y ortográfica.
Bien decía el maestro Froylán Flores Cancela que el problema de México no era enseñar a leer y a escribir a los que no saben, sino hacerlo con los que ya saben.
Y a la falta de una buena redacción se debe añadir, ay, la inconsistencia de la comprensión lectora en los mexicanos alfabetizados.
Es corriente y explicable el chiste del señor que entra a una escuela en la que hay un letrero que dice: “Gratis, cursos de comprensión lectora”, y pregunta: “¿De qué son los cursos que dan y cuánto cuestan?”
La educación en nuestro país es un cataclismo, cuando debía ser el mejor vehículo para impulsar la movilidad social.
Y así, ni cómo.
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