Es obvio que destaca la enorme cantidad de obras que realizó y está realizando la comuna en las calles y las avenidas, en las laderas y los cerros, en el suelo y en el subsuelo: pavimentaciones, tuberías, contenedores de lluvia, nivelaciones varias, cuidado y embellecimiento de la infraestructura urbana.
Las cifras de inversiones millonarias que ofreció don Ricardo dicen mucho, pero más la patente transformación de la ciudad, con rúas cuidadas, camellones pintados y sembrados a placer, luminarias que sí sirven. Xalapa es otra desde hace tres años, que empezó la verdadera transformación para los capitalinos, después de cuatro años de ostracismo y de regresar millonarias cantidades por los salvajes subejercicios que dejaron desnuda y andrajosa a la ciudad, ahora la Atenas Veracruzana luce con todo decoro como la capital de uno de los estados más poderosos del país, si no el que más.
A toda la eficiencia de servidor público mostrada por el alcalde Ahued hay que sumar su don de gentes, su trato sencillo que no ha cambiado un ápice a pesar de los puestos importantes, y que se traduce en su cercanía con sus gobernados, su sonrisa perenne y su amabilidad legendaria.
El patio del Palacio Municipal apenas dio para cobijar a tantas personalidades que se reunieron para escuchar al licenciado Ahued y acompañarlo en este día importante en su carrera personal.
Ahí, en primera fila, la gobernadora electa Rocío Nahle García, quien a partir del próximo domingo pasará a ser su jefa directa cuando ambos tomen posesión como 1 y 2 de Veracruz.
En el presídium, como el fardo que siempre fue, estaba un individuo de cuyo nombre y cargo no quiero acordarme, igual que don Miguel de Cervantes y Saavedra.
Fue el día de Xalapa, fue el día de Ricardo Ahued Bardahuil, y entran así a la historia estos tres años magníficos de buen trato para las personas y la ciudad.
Enhorabuena para él y para todos nosotros.
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