La cosa es que la Cuarta Transformación se vio obligada a recular en esa pretensión y sin hacer mucho ruido se retiró la iniciativa, con lo que los bancos siguieron cobrando sus altísimas comisiones casi hasta porque respiraran sus clientes: que si se hace un retiro, comisión; que si se solicita un saldo, comisión; que si se atrasa un pago; comisión y multa; que si no hay un saldo mínimo en una cuenta, comisión; que si pasa un año de una tarjeta, comisión… súmele usted hasta donde quiera, porque la lista de los cobros excedentes de los bancos a sus sufridos usuarios es más extensa que la letanía a la Virgen.
El negociazo siguió porque los cuatroteros bajaron la cerviz ante el poder de los banqueros, y todo quedó en las bravatas que echaron sin ningún resultado positivo para los ciudadanos.
Por eso ahora Alito Moreno y los priistas que le quedan han traído de nueva cuenta este tema, y desde la tribuna del Congreso lanzarán discursos que volverán a hacer enojar a los usuarios de los carísimos y pésimos servicios financieros de la banca mexicana, que sigue obteniendo ganancias fabulosas ante la complacencia del Gobierno que se dice de los pobres, y que permite que los manejadores del dinero los esquilmen sin ninguna gracia y sin dar cuartel.
Los diputados y senadores del partido oficial se verán así acorralados, porque existe la sospecha de que pactaron con los banqueros de algún modo, y les permiten por eso hacer de las suyas.
Cuántos votantes de 2018 y de 2024 se arrepentirán de haber apoyado al ahora partido hegemónico cuando entren a un banco, soliciten un crédito o utilicen una tarjeta de crédito o débito, y vean que son esquilmados sin ninguna autoridad que los defienda.
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