Desde que Miguel Ángel Yunes Linares y su hijo Miguel Ángel, se enfrentaron públicamente con Andrés Manuel López Obrador cuando éste buscaba por tercera vez la Presidencia de la República, se suponía que de ganar AMLO el destino político de los Yunes del Estero estaba sellado. 

Pero cuando todo parecía propicio para que los Yunes del Estero cayeran en la cárcel, negociaron vendiendo su voto en la Cámara de Senadores para que la Reforma Constitucional al Poder Judicial pasara con la mayoría calificada que se requería. 

Desde ahí, en el imaginario colectivo quedó la idea de que los Yunes del Estero libraron la cárcel, pero no el rechazo de su partido el PAN. Y se dice “su partido” porque efectivamente el PAN en Veracruz era suyo. 

Tan mal les ha ido políticamente a los Yunes del Estero que incluso ya ni pueden meter las manos en el Municipio del Puerto de Veracruz, pues la alcaldesa Patricia Lobeira se ha rebelado y marcó distancia corriendo de su cargo a uno de los incondicionales del Senador Yunes Márquez. 

Hoy, los Yunes del Estero tienen las puertas cerradas en el PRIAN y en MORENA, pero negocian por debajo del agua con el MC y están en espera que el Senador Adán Augusto López Hernández les pague la factura pendiente colocando a sus piezas como candidatos a las presidencias municipales de Boca del Río y el Puerto de Veracruz. 

No pocos analistas políticos hablan de que esa, y no otra, fue la razón del rompimiento de la Alianza del PT con MORENA y el Verde. 

Hoy la lista de huérfanos-as, viudos-as de los ex super poderosos del Estero es bastante larga y se la pasan rezándole día y noche a San Juditas.  

Pronto se sabrá la verdad, pero mientras eso sucede, hay elementos sobre la mesa como para pensar que esa es la única vela que los Yunes del Estero tienen prendida para no quedar fuera del presupuesto como para tratar de ganar espacios en las elecciones del 2027 y buscar la gubernatura en el 2030.

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