México será hoy testigo del primer Grito de Independencia encabezado por una mujer presidenta. Un momento histórico que cambió la narrativa del país, rompiendo paradigmas con la llegada de una mujer al poder y poniendo fin, al menos de manera simbólica, a un machismo ancestral y opresor contra las mujeres.
El país se encuentra estable, con una economía fortalecida, aunque con una deuda externa incrementada que, pese a ello, ha logrado mantenerse firme frente a los embates globales y la política arancelaria de Estados Unidos. La credibilidad de Claudia Sheinbaum permanece intacta, a pesar de cargar con los negativos de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, y de parte de su gabinete que aún permanece en el poder.
No es culpa de Claudia ni tiene por qué cargar con los errores de una administración marcada por hechos de corrupción y escándalos abruptos. Ella debería deslindarse de todo aquello que empañe su gobierno: sacar a Adán Augusto de la escena pública y del poder sería un acierto. Sheinbaum ha mostrado temple, mesura y respeto, incluso frente a sus adversarios. Ha mantenido el debate público con firmeza sin caer en la confrontación, lo que le otorga mayor respeto a su investidura presidencial.
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En el tema de la seguridad, el país avanza aunque el reto sigue siendo titánico: la violencia continúa siendo un desafío mayor. México permanece atrapado en el terror y bajo el poder de los grupos criminales. Las cifras son fatales. Sin embargo, se percibe que Claudia Sheinbaum tiene la voluntad política para enfrentar este problema. Ha delegado la estrategia de seguridad a Omar García Harfuch, su hombre de confianza, quien da la cara por México. Una decisión acertada, aunque el terror y la violencia sigan dejando estragos dolorosos.
En cuanto a la corrupción, el caso más reciente es el tráfico de huachicol fiscal. Tras la muerte de Sergio Carmona, presunto líder del huachicol originario de Tamaulipas, quedaron al descubierto múltiples acusaciones y evidencias fotográficas que lo vincularon con Morena e incluso con Mario Delgado, además de políticos tamaulipecos, incluido el gobernador Américo Villarreal. Es contradictorio que, mientras Claudia impulsa la lucha contra el huachicol, en las filas de su propio partido persistan sospechas de complicidad con personajes de ese entorno. Ellos deberían ser apartados del gobierno.
Claudia Sheinbaum no es responsable de los errores ni de la corrupción del pasado. Pero sí tiene en sus manos la oportunidad de cortar de raíz todo aquello que ponga bajo sospecha a su partido.
Hoy podemos calificar como bien encaminado el gobierno de Claudia Sheinbaum. Aun con desacuerdos y tropiezos, ha sacado al país adelante. Se percibe como una mujer justa, firme y de resultados, que encabeza un gobierno sensible a las causas sociales. De lo demás, falta tiempo para evaluar los resultados, pues su administración apenas comienza.
Mientras tanto, hoy México vivirá un Grito de Independencia histórico. |