Punto de vista.
Filiberto Vargas Rodríguez.
 

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Nahle-Ahued: ¿huachicol?
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Prefacio.


Ya es repetitiva la exhibición en redes sociales de la incapacidad, la inoperancia y falta de capacidad de los nuevos juzgadores, quienes llegaron a su cargo gracias a la voluntad de un partido político, sin tener que demostrar su conocimiento ni experiencia en el tema. *** Eso, sin embargo, no debe nublar nuestra mente sobre el desempeño de “los otros”, los que se quedaron, los que serán relevados -si no sucede otra cosa antes- en el 2027. *** El nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, que sustituye en buena parte las funciones del Consejo de la Judicatura, es el responsable de vigilar el desempeño de los juzgadores. *** Hasta ese organismo llegó ya una queja el pasado 12 de septiembre. Es contra Rodrigo Ceballos Magaña, juez mixto de primera instancia en el Distrito Judicial de Tantoyuca, contra quien se pide un “procedimiento administrativo sancionador”. *** Al narrar los hechos, el denunciante detalla: “acudí al Juzgado para solicitar copias certificadas, me di cuenta de que la diligencia aún no se firmaba por el juez, y al entrar a hablar con él, me dijo que no la firmaría, que ya le habían hablado unos políticos del Distrito, que ese asunto les interesaba porque no querían se mencionara a un presidente municipal electo o diputado de nombre Roberto Francisco San Román Solano y, por tanto, no firmaría la Diligencia”. *** Narra el quejoso que el pasado 8 de septiembre el mencionado juez emitió su resolución en la que niega la medida solicitada (depósito de personas) pues dijo que no observaba riesgo inminente en los menores. *** Sin embargo, el juez no acudió a la diligencia mediante la cual se cercioraría de la necesidad de la medida, por lo que en su resolución asentó hechos que no le constaban. *** “Con ello me di cuenta que el servidor público atentó contra los principios que rigen el servicio público, porque emitió una resolución utilizando hechos que no le constaron, pero además realizando su conducta omisiva que vicia la administración de Justicia, en aras de proteger los intereses de un político local”, afirma el quejoso.


* * *


El periodista Sergio Sarmiento, colaborador del periódico Reforma, recordó este jueves las palabras de la presidente Claudia Sheinbaum: “Si algún miembro del gobierno o incluso de las fuerzas armadas” es parte de una ilegalidad, “fortalece a las instituciones llegar al fondo”.


También se refirió a lo expresado por el almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, actual secretario de Marina, el pasado 16 de septiembre: “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más, y absolutamente imperdonable, callarlo”.


Se refería, por supuesto, a la vinculación de altos mandos de la Secretaría de Marina en el gran entramado de contrabando de combustible, lo que se conoce como “huachicol fiscal”.


Sergio Sarmiento llama la atención, sin embargo, sobre el alcance que pudiera tener la investigación sobre este delito:


“Me parece positivo también que se haya actuado en este gobierno contra los presuntos responsables del contrabando, pero eso no significa que deba exonerarse de antemano a quienes pudieron haberlos protegido”.


Esa es, en realidad, la siguiente etapa de esta investigación: saber hasta dónde llegó, en la estructura vertical de mando, el efecto corruptor del “huachicol fiscal”.


Una luz sobre eso nos la da el analista Salvador García Soto, en su colaboración para El Universal:


“Al final, como dijera el clásico, ‘haiga sido como haiga sido’, está claro que en Morena muchos están nerviosos y preocupados porque la corrupción desbordada que prevaleció en el sexenio de López Obrador, de la que fueron partícipes muchos de los altos mandos civiles y militares de ese gobierno, hoy empieza a aflorar y a investigarse”.


En Veracruz hay dos personajes que, si no están involucrados, seguramente saben mucho de toda esa red de corrupción,


Una es la gobernadora Rocío Nahle, quien era -cuando inició este negocio ilegal de combustible- la secretaria de Energía en el gobierno federal. Entre sus tareas estaba, precisamente, la de coordinar esfuerzos de diversas instancias oficiales, para combatir el huachicol, que en ese entonces se concebía sólo como el robo del combustible que Pemex conduce a todo el país a través de oleoductos.


A partir de que se trasladó el negocio a la importación ilegal (lo hacían pasar por aceites u otros productos que no requerían el pago del Impuesto Especial para Productos y Servicios, IEPS) a la red de complicidades se sumaron altos mandos de las aduanas del país.


Sobre la gobernadora está el señalamiento directo del general Eduardo León Trauwitz, quien fuera subdirector de Salvaguardia Estratégica de Pemex. Él asegura que entregó a la entonces secretaria de Energía “una carpeta con más de 300 hojas, gráficas, ubicaciones y nombres sobre el robo de hidrocarburo”.


Rocío Nahle aclara que la información que recibió del exmilitar fue “irrelevante”, aunque -según León Trauwitz- se trataba de datos que provenían de sistemas de monitoreo operados por el Ejército y la Fuerza Aérea, en los que se evidenciaba la infiltración del crimen organizado.


Sobre Ricardo Ahued, que tuvo un paso breve por la Dirección de Aduanas, hay otra narrativa. Quienes lo conocen aseguran que su salida de esa instancia federal fue, justamente, porque se percató del grado de corrupción que ahí imperaba. “Le informó al presidente lo que encontró y le presentó su renuncia”, comentan.


Si le damos crédito a esa versión, estaríamos asumiendo que López Obrador sí fue informado de lo que sucedía en las aduanas, lo que hasta ahora se empeñan en negar.


Raymundo Riva Palacio, columnista de El Financiero, describe con precisión lo que está sucediendo:


“El andamiaje moral del lopezobradorismo se está derrumbando no por las críticas de la oposición, sino porque la realidad lo está exhibiendo. Y cuando la narrativa ya no sostiene la credibilidad, lo único que queda es la propaganda. Pero la historia ha demostrado que ningún gobierno sobrevive mucho tiempo sostenido en la mentira. El desenlace no siempre llega en el poder; a veces, el ajuste ocurre después, cuando se pierde el miedo, empieza a circular documentación antes secreta y los cómplices se transforman en delatores. Es lo que en México se llama ‘el séptimo año de gobierno’”.


* * *


Epílogo.


Ni el gobierno estatal, ni el ayuntamiento de Coatzacoalcos, cumplieron con compromisos plasmados en una minuta. Sin embargo, el “gran logro” de los habitantes de Tatahuicapan fue que “los perdonaran”, por haber dejado sin agua durante tres días a Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque. *** A cambio de ello, la línea de conducción al tanque de almacenamiento, lo mismo que los puentes y caminos prometidos para este año “se considerarán dentro del Programa General de Inversión para el ejercicio fiscal 2026”. *** Lo bueno es que en esta administración “se privilegia el diálogo”.


filivargas@gmail.com

 
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